"Di la verdad y... Corre!!!" Antiguo proverbio Polaco
Andaba necesitando una mujer, supongo que fue por eso. La Maga y yo habíamos terminado, esta vez para siempre. Ella se había conseguido un novio mas acorde a lo que sus padres exigían y aceptaban. Yo lo sabia desde hacia mucho tiempo, casi desde que empezaron, pero había estado esperando que ella se armara de coraje y me lo dijera. Por fin lo hizo, la madrugada del veinticinco de diciembre (Como siempre, doble regalo: Papa Noel y cumpleaños), cuando salimos de la casa de Aníbal, me lo dijo llorando y nos fuimos a un telo. De despedida... Anduve mordiendo mi rabia un tiempo aunque no entendía porque me cayo tan mal si hacia mas de tres meses que lo sabia.
En fin, la cosa que ahí estábamos, en Graff-Zeppelin con el Cejas, el Tostau y Aníbal, medios borrachos ya, cuando Verónica paso sus impresionantes ciento treinta de busto por adelante nuestro.
Debo haberle dicho algo y ella debe haberme contestado porque, de algún modo, termine sentado en la mesa que compartía con dos amigas tomando cerveza negra. Mientras hablaba con las otras dos (a ella cero bola, como corresponde al arte de provocar interés) veía sus ojos verdes mirándome. Unos veintiséis años. Mejor: estoy harto de pendejas.
La charla era de lo mas insulsa, ella creía en la astrología, los horóscopos y demás boludeces. Le sorprendió que yo no tuviera ni idea de a que signo pertenecía ni me importara y medio se ofendió cuando se dio cuenta que mientras me explicaba sobre mi año zodiacal yo tenia la mirada perdida en su escote que no era para nada esotérico.
Los míos se fueron, sus amigas también. Pelo largo, ondulado, rubio cobrizo, casi rojo, piel muy blanca, como de noctámbula. Hablamos un poco: Viuda hace seis meses (un accidente de moto), vivía sola, triste. Cuerpo fabuloso, cocainómana, estudiante de psicología, residente ad-honorem del Hospital Neuropsiquiatrico Moyano. Facciones angulosas, muy europeas. Nos besamos, dealer para pagar el alquiler, el marido se había matado por andar como un endemoniado en una moto con mas cilindradas que su numero de documento, duro como paquete de pastillas.
No le importo que yo fuera un careta, que no consumiera mas drogas que un buen Malbec o un poco de cerveza. Pague y salimos. Mas besos. Pañuelo en la cabeza con una constelación entera de soles, lunas y planetas astrológicos. Dos cuadras. Vivía a la vuelta del bar, en la parte mas linda del Palomar de Caseros.
Segundo piso. Prendió TODAS las luces, absolutamente todas
- Desde lo de Fabián, no soporto la oscuridad - dijo y se metió en el baño.
Apague las luces, no por romanticismo sino por espíritu de contradicción. Prendí un cigarrillo y me senté en la oscuridad, en bolas, a fumar y a esperarla.
Se puso histérica, grito, me puteo, lloro y hubo que contemporizar y prender el televisor y mimarla y acariciarla y morderla. Le gustaba de perrito igual que a mi, pero era una ninfomana. O por ahí la viudez la tenia demasiado abandonada cuando era una mujer para ser amada, acariciada, mimada todo el tiempo, todos los días, a cada rato... Fue muy lindo. Y muy triste. Como ciertos animales mitológicos de los que no voy a hablar aquí: No estábamos juntos, solo cerca.
Tuve que hacer un esfuerzo desmedido para estar a la altura, pero a mi también me hacia falta: La Maga nunca fue muy participativa...
Nos seguimos viendo tres o cuatro semanas: Me compraba cerveza y cigarrillos (odio que hagan eso), venia a buscarme a la oficina y pasábamos largas tardes tomando cerveza negra y hablando, riendo muy poco, cada uno concentrado en su propio dolor. Las noches las pasábamos en su casa.
No se que paso, pero ella empezó a necesitarme, a reclamarme los llamados, las pocas noches que pasaba fuera. No entendía mi necesidad de estar solo, libre, de caminar al pedo por la ciudad pateando cascotes, pensando, o de sentarme solo en un bar a ver pasar la gente y la vida. Yo sentía que cada vez mas parecíamos un matrimonio y no estaba bien, venia de un muy mal rollo. Un día hablamos y me lo dijo: Ella estaba muerta desde hacia tiempo. Y lo sabia. Lo sabia tan bien que me hizo participe de su muerte: Yo me estaba convirtiendo en su excusa para seguir viviendo. Paradójico: Si me quedaba con ella, ella vivía y yo moría y mi muerte la revivía, muriendo de a poco su vida tenia razón de ser vivida... Por lo menos por ese día. Y el otro. Y el siguiente... (La verdad: Me cago en Freud)
Yo no quería jugar ese papel, no me interesaba ser mártir ni héroe de la vida ni de la muerte de nadie, pero Vero machacaba el tema y me quemaba el cerebro con eso y lo único que lograba era que yo quisiera alejarme cada vez mas de sus sermones.
Una tarde me había juntado con Chuck en el bar del pianito (Bar “Gloria”) frente al Hospital Castex o Eva Perón, como prefieran, en San Martín; medio escapándome de Vero. Este era a un bar que yo evitaba mucho desde lo de Meche, porque ahí si que me sentía una porquería de ser humano, una montañita de mierda.
Chuck y yo hablamos mucho esa tarde y tomamos mucho también. A veces nos cortábamos solos del resto y hablábamos de nuestras cosas. Tuve siempre marcada preferencia por su compañía y por su charla igual que con el Cejas (sin despreciar a los demás) y me gusta pensar que a ellos les pasaba lo mismo conmigo. Cuando se fue, me quede tomando otra cerveza, evocando a Meche, las noches que me había apoyado, que había apuntalado el dolor que me causaba la Maga y su familia y decidí tomar otra, solo para recordar. Llame a casa para avisar que iba a llegar tarde y ahí me entere que Cromosoma47 (el novio de mi prima, ya imaginaran por que lo llamo así) había atropellado a un pobre infeliz en bicicleta y estaban todos en el Castex. Cruce la Ruta 8 y entre a la Guardia, haciendo de memoria un recorrido que me odiaba por haber echado a perder. El pendejo estaba bien, no había pasado del susto y unos raspones, el que no estaba bien era Cromosoma47 que en vos muy alta vociferaba cosas como: “Dios quiera que no me arme quilombo, ni me ponga un abogado por andar en el auto sin anteojos” (Mr. Magoo era Argos al lado de este pibe). En fin, salude y me estaba yendo cuando en la escalera me encuentro con Chechu. Lo de siempre: “Que como andas? Tanto tiempo, que hace mil que no se nada de vos, que como andan tus cosas?”
Chechu merece una referencia externa al quilombo que estoy narrando: Compañera de banco de Janis en el secundario, no se como mierda termino enredada en nuestro grupo, Nun se había hecho amiga de ella, Chuck se la quería voltear, yo sin saber esto ultimo empecé a salir con ella. Por algún motivo los únicos molestos con esa relación fueron Nun y Janis y nunca voy a entender por que. Al margen de eso, Chechu y yo salimos unos meses hace siglos y no nos volvimos a ver. No habíamos cogido, pero habíamos hecho TODO lo demás. Tenia a la madre internada y no se como nos terminamos besando en el descanso de la escalera. Estaba muy linda, se había cortado el largo pelo oscuro y lo llevaba lacio muy corto, con esas melenitas tipo Carre. Ella era mas alta que Vero, me llegaba mas o menos al hombro y también tenia la piel muy blanca. No tenia esas tetazas pero tenia muy buen culo y cintura, las facciones eran distintas, tenia la cara mas redonda. Dos palabras y al telo. Bien, no tanto como me estaba mal acostumbrando con Vero, pero lindo. No usaba la boca. Después del segundo, pedimos unas latas de cerveza y estábamos fumando un cigarrillo y me pregunto:
-Estas con alguien?
-Si. Y vos?
-No- medio puchereando, en vos muy baja -nooo... Yo pensé...
-Que pensaste? Que íbamos a volver? Por que pensaste eso?
-No se, yo creía...
Me dio bronca: Ahora se acuerda de preguntar? Que esperaba que hiciera? Que le mienta como hacen todos? La empecé a besar, le fui explicando que no quería estar con nadie ahora, tampoco con Vero, que todavía me dolían algunas cosas y ella seguía medio llorando, medio sorbiéndose los mocos, boca abajo, con la cara escondida en el hueco del codo. La seguí mimando, le di unos mordisquitos entre los omoplatos, en los hombros, en el cuello y empezamos. Levanto la cola y le metí el pulgar entero en el culo. Suspiro, así que la saque y la metí de nuevo pero por el otro lado:
-Des-pa-cio, des-pa-cio...- decía con un susurro entrecortado
Yo estaba como loco y seguí, seguí, seguí, seguí hasta que acabe. Prendí dos cigarrillos y le pase uno. Me lo saco de un manotazo y me dijo:
-SOS UN HIJO DE PUTA!!!- grito, pero sonreía -Sos un hijo de puta...
-Decime algo que no sepa.
Salimos a pie y en la esquina pedí un remis para ella. Nos besamos.
-Llamame, si?
-Si, ya veo. No se. Veremos...
Me fui a casa y, como de costumbre, no pude dormir. Fui a la oficina y trabaje todo el día. A la salida estaba Vero esperándome. Empezó a reclamarme que no había ido “a casa” (¿?) a dormir y la corte en seco, le conté sobre el accidente de Cromosoma47 y como había ido al Hospital, me había encontrado con Chechu y había terminado con ella en un telo. Se quedo callada mirándome con los ojos húmedos de lagrimas que no desbordaban, que temblaban justo en el lagrimal. Me escupió la cara, me dio un sopapo como para matar a un buey y se fue corriendo. La deje ir...
En el bar de Av. San Martín y Chorroarin pedí una cerveza y mire alrededor: Era una linda tarde de verano... Y sonrei: Por una vez, estaba del otro lado del dolor.
Andaba necesitando una mujer, supongo que fue por eso. La Maga y yo habíamos terminado, esta vez para siempre. Ella se había conseguido un novio mas acorde a lo que sus padres exigían y aceptaban. Yo lo sabia desde hacia mucho tiempo, casi desde que empezaron, pero había estado esperando que ella se armara de coraje y me lo dijera. Por fin lo hizo, la madrugada del veinticinco de diciembre (Como siempre, doble regalo: Papa Noel y cumpleaños), cuando salimos de la casa de Aníbal, me lo dijo llorando y nos fuimos a un telo. De despedida... Anduve mordiendo mi rabia un tiempo aunque no entendía porque me cayo tan mal si hacia mas de tres meses que lo sabia.
En fin, la cosa que ahí estábamos, en Graff-Zeppelin con el Cejas, el Tostau y Aníbal, medios borrachos ya, cuando Verónica paso sus impresionantes ciento treinta de busto por adelante nuestro.
Debo haberle dicho algo y ella debe haberme contestado porque, de algún modo, termine sentado en la mesa que compartía con dos amigas tomando cerveza negra. Mientras hablaba con las otras dos (a ella cero bola, como corresponde al arte de provocar interés) veía sus ojos verdes mirándome. Unos veintiséis años. Mejor: estoy harto de pendejas.
La charla era de lo mas insulsa, ella creía en la astrología, los horóscopos y demás boludeces. Le sorprendió que yo no tuviera ni idea de a que signo pertenecía ni me importara y medio se ofendió cuando se dio cuenta que mientras me explicaba sobre mi año zodiacal yo tenia la mirada perdida en su escote que no era para nada esotérico.
Los míos se fueron, sus amigas también. Pelo largo, ondulado, rubio cobrizo, casi rojo, piel muy blanca, como de noctámbula. Hablamos un poco: Viuda hace seis meses (un accidente de moto), vivía sola, triste. Cuerpo fabuloso, cocainómana, estudiante de psicología, residente ad-honorem del Hospital Neuropsiquiatrico Moyano. Facciones angulosas, muy europeas. Nos besamos, dealer para pagar el alquiler, el marido se había matado por andar como un endemoniado en una moto con mas cilindradas que su numero de documento, duro como paquete de pastillas.
No le importo que yo fuera un careta, que no consumiera mas drogas que un buen Malbec o un poco de cerveza. Pague y salimos. Mas besos. Pañuelo en la cabeza con una constelación entera de soles, lunas y planetas astrológicos. Dos cuadras. Vivía a la vuelta del bar, en la parte mas linda del Palomar de Caseros.
Segundo piso. Prendió TODAS las luces, absolutamente todas
- Desde lo de Fabián, no soporto la oscuridad - dijo y se metió en el baño.
Apague las luces, no por romanticismo sino por espíritu de contradicción. Prendí un cigarrillo y me senté en la oscuridad, en bolas, a fumar y a esperarla.
Se puso histérica, grito, me puteo, lloro y hubo que contemporizar y prender el televisor y mimarla y acariciarla y morderla. Le gustaba de perrito igual que a mi, pero era una ninfomana. O por ahí la viudez la tenia demasiado abandonada cuando era una mujer para ser amada, acariciada, mimada todo el tiempo, todos los días, a cada rato... Fue muy lindo. Y muy triste. Como ciertos animales mitológicos de los que no voy a hablar aquí: No estábamos juntos, solo cerca.
Tuve que hacer un esfuerzo desmedido para estar a la altura, pero a mi también me hacia falta: La Maga nunca fue muy participativa...
Nos seguimos viendo tres o cuatro semanas: Me compraba cerveza y cigarrillos (odio que hagan eso), venia a buscarme a la oficina y pasábamos largas tardes tomando cerveza negra y hablando, riendo muy poco, cada uno concentrado en su propio dolor. Las noches las pasábamos en su casa.
No se que paso, pero ella empezó a necesitarme, a reclamarme los llamados, las pocas noches que pasaba fuera. No entendía mi necesidad de estar solo, libre, de caminar al pedo por la ciudad pateando cascotes, pensando, o de sentarme solo en un bar a ver pasar la gente y la vida. Yo sentía que cada vez mas parecíamos un matrimonio y no estaba bien, venia de un muy mal rollo. Un día hablamos y me lo dijo: Ella estaba muerta desde hacia tiempo. Y lo sabia. Lo sabia tan bien que me hizo participe de su muerte: Yo me estaba convirtiendo en su excusa para seguir viviendo. Paradójico: Si me quedaba con ella, ella vivía y yo moría y mi muerte la revivía, muriendo de a poco su vida tenia razón de ser vivida... Por lo menos por ese día. Y el otro. Y el siguiente... (La verdad: Me cago en Freud)
Yo no quería jugar ese papel, no me interesaba ser mártir ni héroe de la vida ni de la muerte de nadie, pero Vero machacaba el tema y me quemaba el cerebro con eso y lo único que lograba era que yo quisiera alejarme cada vez mas de sus sermones.
Una tarde me había juntado con Chuck en el bar del pianito (Bar “Gloria”) frente al Hospital Castex o Eva Perón, como prefieran, en San Martín; medio escapándome de Vero. Este era a un bar que yo evitaba mucho desde lo de Meche, porque ahí si que me sentía una porquería de ser humano, una montañita de mierda.
Chuck y yo hablamos mucho esa tarde y tomamos mucho también. A veces nos cortábamos solos del resto y hablábamos de nuestras cosas. Tuve siempre marcada preferencia por su compañía y por su charla igual que con el Cejas (sin despreciar a los demás) y me gusta pensar que a ellos les pasaba lo mismo conmigo. Cuando se fue, me quede tomando otra cerveza, evocando a Meche, las noches que me había apoyado, que había apuntalado el dolor que me causaba la Maga y su familia y decidí tomar otra, solo para recordar. Llame a casa para avisar que iba a llegar tarde y ahí me entere que Cromosoma47 (el novio de mi prima, ya imaginaran por que lo llamo así) había atropellado a un pobre infeliz en bicicleta y estaban todos en el Castex. Cruce la Ruta 8 y entre a la Guardia, haciendo de memoria un recorrido que me odiaba por haber echado a perder. El pendejo estaba bien, no había pasado del susto y unos raspones, el que no estaba bien era Cromosoma47 que en vos muy alta vociferaba cosas como: “Dios quiera que no me arme quilombo, ni me ponga un abogado por andar en el auto sin anteojos” (Mr. Magoo era Argos al lado de este pibe). En fin, salude y me estaba yendo cuando en la escalera me encuentro con Chechu. Lo de siempre: “Que como andas? Tanto tiempo, que hace mil que no se nada de vos, que como andan tus cosas?”
Chechu merece una referencia externa al quilombo que estoy narrando: Compañera de banco de Janis en el secundario, no se como mierda termino enredada en nuestro grupo, Nun se había hecho amiga de ella, Chuck se la quería voltear, yo sin saber esto ultimo empecé a salir con ella. Por algún motivo los únicos molestos con esa relación fueron Nun y Janis y nunca voy a entender por que. Al margen de eso, Chechu y yo salimos unos meses hace siglos y no nos volvimos a ver. No habíamos cogido, pero habíamos hecho TODO lo demás. Tenia a la madre internada y no se como nos terminamos besando en el descanso de la escalera. Estaba muy linda, se había cortado el largo pelo oscuro y lo llevaba lacio muy corto, con esas melenitas tipo Carre. Ella era mas alta que Vero, me llegaba mas o menos al hombro y también tenia la piel muy blanca. No tenia esas tetazas pero tenia muy buen culo y cintura, las facciones eran distintas, tenia la cara mas redonda. Dos palabras y al telo. Bien, no tanto como me estaba mal acostumbrando con Vero, pero lindo. No usaba la boca. Después del segundo, pedimos unas latas de cerveza y estábamos fumando un cigarrillo y me pregunto:
-Estas con alguien?
-Si. Y vos?
-No- medio puchereando, en vos muy baja -nooo... Yo pensé...
-Que pensaste? Que íbamos a volver? Por que pensaste eso?
-No se, yo creía...
Me dio bronca: Ahora se acuerda de preguntar? Que esperaba que hiciera? Que le mienta como hacen todos? La empecé a besar, le fui explicando que no quería estar con nadie ahora, tampoco con Vero, que todavía me dolían algunas cosas y ella seguía medio llorando, medio sorbiéndose los mocos, boca abajo, con la cara escondida en el hueco del codo. La seguí mimando, le di unos mordisquitos entre los omoplatos, en los hombros, en el cuello y empezamos. Levanto la cola y le metí el pulgar entero en el culo. Suspiro, así que la saque y la metí de nuevo pero por el otro lado:
-Des-pa-cio, des-pa-cio...- decía con un susurro entrecortado
Yo estaba como loco y seguí, seguí, seguí, seguí hasta que acabe. Prendí dos cigarrillos y le pase uno. Me lo saco de un manotazo y me dijo:
-SOS UN HIJO DE PUTA!!!- grito, pero sonreía -Sos un hijo de puta...
-Decime algo que no sepa.
Salimos a pie y en la esquina pedí un remis para ella. Nos besamos.
-Llamame, si?
-Si, ya veo. No se. Veremos...
Me fui a casa y, como de costumbre, no pude dormir. Fui a la oficina y trabaje todo el día. A la salida estaba Vero esperándome. Empezó a reclamarme que no había ido “a casa” (¿?) a dormir y la corte en seco, le conté sobre el accidente de Cromosoma47 y como había ido al Hospital, me había encontrado con Chechu y había terminado con ella en un telo. Se quedo callada mirándome con los ojos húmedos de lagrimas que no desbordaban, que temblaban justo en el lagrimal. Me escupió la cara, me dio un sopapo como para matar a un buey y se fue corriendo. La deje ir...
En el bar de Av. San Martín y Chorroarin pedí una cerveza y mire alrededor: Era una linda tarde de verano... Y sonrei: Por una vez, estaba del otro lado del dolor.