miércoles, 24 de octubre de 2007

"Si Dios viviera en la Tierra los hombres arrojarían piedras a sus ventanas." Proverbio Judío

No podía dormir... Así empezó todo: Pasaba las horas en mi cama, a oscuras, y no podía dormir. Cuando pasas varios días en duermevela todo se desdibuja, todo adquiere un valor distinto, los relojes se vuelven endemoniadamente lentos y tenes una percepción distinta de las cosas. Los cuervos del sueño revolotean alrededor y tratas de espantarlos, de esconderlos bajo la cama, pero no sirve.
Trate todos los medios imaginables: Me aprendí de memoria mi extensa biblioteca y fue peor, porque pasaba la noche rumiando algún pensamiento ajeno para no perderme en los míos y era lo mismo y ocupaba extensas superficies de neuronas con datos totalmente al pedo. Probé desde el vaso de leche tibia hasta aturdir mis sentidos con alcohol y, después, con una infusión de Passiflora caerulea que una vieja curandera correntina me había dado como remedio infalible contra el insomnio y también fue peor porque no era exactamente dormir, era un estado de semi-inconsciencia, con sueños andrajosos como murciélagos que se agitaban en cada intento de perderme en el sueño y me despertaban, y así transcurría cada noche, hasta la madrugada en que caía en un estado de no-sueño que hacia que no escuchara el despertador y llegara inevitablemente tarde a uno de mis trabajos, en la Facultad de Veterinaria...
Ya dije que el tiempo tenia otro valor? Que los relojes giraban mas lentos? Es increíble como en un viaje de cuarenta y cinco minutos (Ballester-Agronomía) uno puede ver desfilar su vida en sus aspectos mas negros y negativos... Quizás sea conveniente en este punto dar una breve descripción de mi persona orientado hacia quien me lee y no tuvo la desgracia de conocerme personalmente: Soy un desastre. Si, lo soy, y no precisamente porque yo lo haya querido o por rebeldía, así me salió. No tengo familia inmediata y estoy estúpidamente enamorado de una estúpida; La Maga, mi novena novia y mi décimo octava “relación” con el sexo opuesto, que desembarco en mi vida hace un año y medio, cuando yo comenzaba a padecer la mayoría de edad, decidida a complicarme la existencia y hacerla lo mas miserable posible contando para ello con la eficaz ayuda de sus progenitores y los de otras personas cercanas a mi. También cabe destacar que el hecho de ser huérfano no debiera ser importante a la tardía edad de veintidós años pero cuando los padres (especialmente: Las Madres) de todo tu entorno se dedicaron durante tu adolescencia a deducir que por no gozar de progenitores con vida tenes que ser, necesariamente, drogadicto, alcohólico, mujeriego, ladrón, timbero, vividor, obseso o, cuando menos, homosexual; comenzas a pensar que algo malo tiene que haber en vos, que no tenes a tu lado nada tan excelso como ellos para maleducarte ni destrozarte la autoestima y, de paso, les sirve a ellos de patético ejemplo de que “nosotros no tenemos esos problemas”, “eso pasa cuando no hay un adulto responsable que los guíe, pobres criaturas” y no nos olvidemos de lo practico que resultas para echar culpas cuando su hijo vuelve fumado y completamente borracho de madrugada y convierte la habitación y el baño en un espanto de vómitos y comidas a medio digerir merced a la mezcla etílica-cannabiodea. Es inútil explicar que su hijo y yo no estuvimos juntos esa noche, que salió con otra gente, que yo (en esa época) no conocía ni el olor de la marihuana y que mis escarceos con el alcohol no habían pasado de una lata o dos (225 cc por lata, contenido neto) de ANCTARTICA, una muy mala cerveza brasileña, en la escalinata de una pinturería de Ruta 8 los sábados a la noche, era en vano: Siempre era mi culpa, mas si su hijo tenia una hermana que alguna vez había sido medio novia mía y que, justamente por esos motivos había dejado de serlo.
Que hacer si pensar no te deja dormir? Terminas en un bar. No por el alcohol sino por la fauna, un paisaje urbano mas digno de un zoológico que de una ciudad, pero que tenia una abundante cuota de interés para quien quiere pensar de si mismo como un estudioso de la naturaleza humana en general y de la naturaleza femenina en particular.
Quien creen que se puede encontrar en un bar a las tres de mañana de un martes? Gente muy marginal: Dos “chicos de la calle” de no mas de seis o siete años durmiendo en la vereda, apretaditos por el frío, debajo de un cartón, frente al “blindex”, colectiveros, feriantes, panaderos, taxistas, buscas, cirujas, borrachos, punteros, fiolos, putas que besan con la pasión de un hermano, ladrones con corazones de héroes... Y estoy yo... Yo que no puedo dormir, que estoy mas solo que loco malo, que escribo lo que veo en una servilleta roñosa. Pero no cualquier bar... O si, cualquiera: Bar-Tolo, Bar Gloria, Puerto Arzeno, Prielo, El Urbión, Popeye, La Casa de Mi Abuela, Planeta Pirata, El Gallego, La Farola, El Oriente, Nastase, Hendrix Bar, Viejo Lobo, Mama Rock, El Argentino, Café del Tiempo, La Santa Maria, El Escandinavo, Graff Zeppelín, Pizza Boy (en sus tres locales) y otros cien o ciento cincuenta tugurios
La Maga y yo nos habíamos peleado de nuevo gracias a la estúpida imposición de horarios absurdos de sus padres y a la inesperada intervención de la Urraca, que después de un tiempo largo de dejarme en paz volvió al ataque diciéndole un montón de estupideces y mentiras a la madre de la Maga a quien apenas conocía (creo que era la segunda vez que se veían en sus vidas). Trate de explicarle a la Maga que no, que eran mentiras, que esa mujer sentía un odio viejo por mi, de la época que salía con su hija, pero no me creyó y nos peleamos. Últimamente era moneda corriente. Nos peleábamos, estábamos unos días sin vernos y a la semana o semana y media volvíamos a estar juntos, pero esta vez fue distinto: El calibre de la discusión fue alto y nos dijimos cosas horribles, esta vez parecía no tener arreglo.
No fui a clases y me senté en el “bar del pianito” (Bar Gloria) a unas pocas cuadras, a mitad de camino entre la escuela nocturna y la casa de la Maga. No entendía. Hice un listado de sus razones y de las mías y seguía sin entender: Tenia dos trabajos, estudiaba, hasta había accedido (a regañadientes) a cortarme el largo pelo lacio que, cuando empecé a salir con la Maga, me llegaba hasta la cintura. Todo para encajar en el modelo de mierda que tenían para novio de su hija.
Me volqué una cerveza de litro y estaba por pedir otra cuando llegaron Meche y Edith, dos compañeras de la nocturna con las que nos juntábamos a veces a estudiar en ese bar, después de clases y hasta que Meche tomara la guardia de medianoche como enfermera, enfrente, en el Hospital Castex. Me saludaron y se sentaron conmigo, desplegaron sus apuntes y empezaron a preguntarme que opinaba de Pichon Riviere, Piaget y otras boludeces de Psicología Social, una de las materias mas enfermas que teníamos en el Curso Humanístico. Pidieron un café y yo, otra Quilmes de litro, y entonces lo supieron.
Para cuando pedí la tercera juntaron sus papeles y fotocopias, me besaron y, sin decir una palabra, me dejaron solo.
Un rato después estaba sentado mirando fijamente mi vaso vacío tratando de decidir si pedir otra o irme a dormir, cuando Meche entro, surgida de la nada, se sentó al lado sonriendo y apoyo su mejilla sobre mi hombro. Pedí otra y nos quedamos así, en silencio, tomando vaso tras vaso de esa botella y la siguiente. De vez en cuando, yo pasaba el dorso de mi mano por su mejilla y ella ronroneaba, se apretaba mas contra mi hombro y seguíamos tomando.
En la calle nos besamos. Ella se separo despacito y me acaricio los labios
-Esta noche no- dijo, y se fue.
Fui a casa a intentar dormir y, por supuesto, no pude: Meche es hermosísima, de piel morena, cálida, curvas generosas, un cuerpo muy parecido al de la Maga solo que con pechos mas plenos y cintura mas definida. Tenia el pelo negro muy largo, lacio. De todas formas creo que lo que mas me atraía de ella es que era justo al reves que la Maga: veintitrés años, vivía sola, independiente, inteligente, segura de si misma. Sexualmente dispuesta y convencida de su belleza (aunque esto lo supe después).
Nos seguimos viendo en la escuela, escapándonos de clases, en el bar, en algún hotel y, finalmente, en su casa. Aprendí mucho con ella y fue, de entre mis mujeres, una de las pocas que me acepto como soy, sin fijarse en conveniencias familiares, sociales o económicas, sin que le importe una mierda lo que la gente pudiera pensar, sin exigir compromisos o cambios imposibles a cambio de unas migajas de cariño.
Durantes dos meses y medio, ella y yo cogimos alegremente, anduvimos juntos recorriendo caminos, disfrutando, aprendiendo uno del otro y entonces, volvió la Maga...
“Que te extraño. Que te amo, pero ahora no. Que no te creo y que mi mama dice...”
Yo no me había dado cuenta hasta que punto quería a esta tarada, ni de cuanta era mi necesidad de estar a su lado, de cuidarla, protegerla...
Pero la mentira, no. No era verdad lo que la Urraca le había dicho a su madre y, esta vez, no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Fui a la casa de Chuck sabiendo que el no iba a estar, que a esa hora estaba en la facu. Me senté con ella y le hice frente, no se de donde saque el coraje pero le hice frente... Ella dijo que había sido un desgraciado malentendido, que la madre de la Maga había proyectado según sus conveniencias, que había entendido todo mal. La mire a los ojos y a cara de perro le pregunte si estaba dispuesta a repetir esas mismas palabras frente a la Maga. Vuelteo un poco pero fui implacable, no le deje salida y quedamos para el otro día a la tarde; y me fui a la escuela a encontrarme con Meche...
Al otro día, después de la oficina, me encontré con la Maga y rumbeamos para la casa de Chuck. La Urraca nos recibió, nos hizo sentar y empezó a hablar... Pero no decía lo que me había dicho a mi, no decía la verdad: Brincaba alrededor de ella y distraía el Quid de la cuestión relatando la historia de un pato (¿?) que su padre había matado cuando ella era chica. Presione un poco y se puso a llorar, me agarro la mano y me la apretó, pero tampoco repitió lo que me había dicho a mi y no tuve corazón para presionar mas. Nos fuimos. La Maga no estaba en absoluto convencida con la historia del pato y los cuchillos, pero creo que queria dejarse convencer... Antes de la esquina ya nos estábamos besando...
Se lo conté a Meche sintiéndome un pedacito de mierda. Yo sabia que sus cosas no andaban bien, que tenia problemas en el trabajo y que no le renovaban el contrato de alquiler. Se le empañaron los ojos, esos ojazos negros, y sonrió. Me empujo despacio por todo el living hasta un rincón sobre unos almohadones. Nos abrazamos fuerte y cogimos ahí, en el suelo, en medio de la habitación, del dolor y la desesperación... En medio de la frustración y la tristeza, sintiéndonos terriblemente desgraciados, cogimos hasta que no pudimos mas y nos abrazamos llorando. Después, a la madrugada, ella me pidió que me fuera...

Meche no volvió a la escuela y se mudo. La busque en su casa, en su trabajo y en el bar. Viaje hasta un pueblito ignoto, perdido en la inmensa geografia de la provincia de Buenos Aires donde sabia que tenia familia... Nunca la volví a ver ni a saber de ella...

jueves, 4 de octubre de 2007

“Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar...”. La Odisea, Homero, Canto I


Bueno, en algo había progresado, pese a que mi vida seguía siendo un desastre en todo lo demás: Cuando hicieron el edificio nuevo para la Dirección donde yo trabajaba en la facu, fui beneficiado con un ascenso y una oficina propia en planta baja. Era chica, pero cómoda y yo la arme a mi gusto. Con Lucho y Ladra, dos de los técnicos, hicimos una conexión clandestina a la red (con el beneplácito de la Subsecretaria que había insistido pero no había logrado la autorización correspondiente y justo miro para otro lado) así que además de los tres teléfonos y el fax tenia acceso ilimitado a internet.
Estaba solo de nuevo, había echado también a Jime de mi vida, pero no estaba mal. Siempre me las arreglaba para uno rapidito o una mamada con Adriana en el deposito o en la sala de maquinas y un par de veces habíamos ido al telo de la calle Empedrado, pero ahora estaba con alguien y cada vez era mas difícil pegar un revolcón con ella. Con Janis no pasaba nada, aparecía y desaparecía según sus humores y sus ganas y yo no podía ni quería estar a su disposición así que no nos llamábamos mas. Como contrapartida la Maga y yo tuvimos un par de encuentros, aunque no me gustaba coger con ella: Era como una muñeca de trapo, tirada ahí, menos participativa que un mueble o un televisor, si lo hacia era porque no me parecía nada mal que el nuevo novio tuviera en la frente las mismas protuberancias que por su causa había tenido yo.
Tenia mucho trabajo y eso me ayudaba a no pensar demasiado. No habíamos terminado la mudanza del Hall Central al nuevo edificio, pese a que ya lo habían inaugurado y trabajábamos ahí, así que los sábados a la mañana también iba a la oficina. No me pagaban las horas extras pero servia para sumar francos compensatorios que me permitían seguir viajando por el país de vez en cuando.
Un miércoles, cae la Directora a mi oficina con una pendeja cordobesa de unos veintidós años: Alejandra. Estaba haciendo una pasantia en el Hospital Escuela, en la otra punta del campus y necesitaba acceso a Internet. La intranet del edificio nuevo se estaba configurando todavía así que no había servicio para el publico en el entrepiso por lo que me pidieron a mi si no le podía ceder unas horas a la semana mi computadora. No me gusto demasiado esa intromisión a mi privacidad pero acepte porque la piba me había caído simpática. Me sentía bueno y generoso.
Finalizaba el invierno y los días ya estaban muy lindos así que después de la oficina, los mas jóvenes de la facu nos juntábamos en el bar o en el parque o en la oficina de Monio a tomar mate o cerveza y a boludear. También fue en esos días que el Toro me dice un viernes:
-Vamos al Bar de Moe, esta noche?
-El bar de Moe? Que bar de Moe?
-Uno en Belgrano, le decimos así, pero se llama “El Escandinavo”, esta muy bueno, es tranqui, buena música, se llena de minitas que son un infierno y los dueños son de puta madre...
Así quedamos. Andaba con ganas de conocer algún bar nuevo, en los de siempre ya me estaba haciendo demasiado conocido y se hacia aburrido. No había mujeres nuevas que conocer y yo no perdía la esperanza de conocer alguna que realmente me diera vuelta y que valiera la pena conservar. (Nota mental: Los bares no son buenos lugares para conocer mujeres. Bueno: Para conocerlas si, para conservarlas no. No creo que nadie quiera una mujer a su lado por el resto de su vida a la que le costo menos de diez minutos llevar a la cama.)
Después de la oficina nos juntamos en el buffet a tomar unas cervezas el Toro, Thor, Peque, Monio, el Coyote y yo. Todos tenían algo programado así que no reclutamos a nadie mas. El Toro y yo nos fuimos a su casa con dos botellas de vino tinto que le había traído de regalo de mi ultimo viaje a Mendoza. No había nadie. Descorchamos los vinos y empezamos a tomar, era muy temprano para ir al bar y el Toro saco un tubito de plástico negro, de esos para los rollos de fotos y me pregunto si no me molestaba que fumara.
-Es tu casa- le dije -hace lo que se te de en la bolas
Pero la verdad es que pese a mi imagen de trasgresor, de tipo que esta de vuelta, de macho argentino experimentado yo no había incursionado ese campo todavía aunque mas de una madre me culpo a mi por las experiencias en ese terreno de sus hijos/as, así que pensé: “Tengo un cuarto de siglo, si no es ahora ya no va a suceder” y me prendí.
Si, si, si, es cierto: Me reí mucho, y me mire las manos, y descubrí imágenes sobreimpresas en objetos cotidianos, y me dio un hambre de mil demonios... Pero fuera de eso, de un dolor de cabeza que hubiese preferido evitar y de un gusto muy amargo en la boca no logre otras sensaciones.
Lo de la risa estuvo muy bien, soy un tipo que sonríe mucho (medio de costado, con un dejo amargo o irónico la mayoría de las veces, según mis allegados) pero que en muy contadas oportunidades larga al mundo una carcajada franca, una risa de verdad alegre, quizás porque no he tenido demasiados motivos para reír. Por eso justamente me molesto: Si me río, quiero saber de que y por que. De todas formas la experiencia me pareció positiva: En caso de necesitarlo, sabia que no era un viaje de ida ni nada tan terrible como lo pintaban, pero seguía prefiriendo un buen vino tinto, una cerveza fría o un revolcón con una mujer dispuesta.
Se hicieron las once y media de la noche y salimos, medio “puestos” entre el vino y el humo, y encaramos para el bar que estaba a unas pocas cuadras, en Olazábal y Ciudad de La Paz, en Belgrano.
“El Escandinavo” es un bar chico, angosto y largo, con la barra al fondo y un entrepiso donde hay mas mesas y están los baños. Los dueños, Göran (es sueco, se pronuncia Ioran) y Mariela (su esposa, Argentina, de Venado Tuerto) eran de lo mas macanudos, había dos camareras, una mas linda que la otra: Romy (pelirroja teñida, ojos azules, grandota, culona y tetona, llena de tatuajes) y la Rubia (rubia, como su nombre lo indica, mas chiquita, huesuda, estudiante de psicología y también muy linda) y toda una serie de personajes indescriptibles: Karnibal (que en ese momento estaba jugando Back-Gammon con Göran), el Vaca (exconvicto, actualmente cocinero), Kalvin Klein (asi, con “K”, solo los Dioses conocen el por que del apodo), el Bostero (hincha de boca, medio rolinga, puntero de faso, pendejo, feo como patada en los huevos), Maxi (un boludo, cocainómano, pasado de merca, pesado como pedo de elefante) y el Chino (rolinga también, cutis cetrino (negro, que le dicen), pelo largo, lacio, con flequillo, Fu-Man-Chu, como a todo rolinga corresponde). De fondo, en el bar sonaba Luca: “Rain fall down on me, rain, rain, rain, rain, rain, falling down on me, rain fall down on me, rain, rain, rain, rain, rain, falling down on me, fall on the trees and fall on the stones, fall on the earth and the old dry bones, rain falling all over the world, rain falling on the little boys and girls, rain fall down on me, rain, rain, rain rain, rain falling down on me, rain fall down on me…”.
Me mato, era justo la música que necesitaba escuchar para abandonarme, para dejar que las cosas transcurrieran, pasaran, independientes de mis deseos y de mis nostalgias y me senté a tomar cerveza con el Toro, a charlar con Göran, medio en ingles medio en castilla, que saco un tablero de ajedrez y me rompió el culo sistemáticamente con técnicas desconocidas como el “tenedor” y la “radiográfica” (que estaban muy lejos de la apertura “vasca” y la defensa “siciliana” que había aprendido con el Cejas y su padre) y es que: Que carajo puede hacer un sueco en los largos ocho meses de invierno (porque allá son ocho) mas que ir al “pub” a tomar vodka y a jugar juegos de mesa?
En fin, me sentía cómodo, como en casa (no se bien lo que es sentirse como en casa porque jamás tuve una, pero bien, tranquilo, relajado). Al cuarto mate que me dio Göran, el Vaca me apunta a una morocha que estaba en una mesa pegada a la barra sentada con una amiga y tenia unos ojazos rarísimos. No fui. Era nuevo en el bar y no quise ir, no quise enchastrarla de entrada, además estaba hablando con Göran, Romy y Mariela y me pareció mal cortar la conversación para eso, pero Mariela en una pausa me la señalo con la cabeza, como dándome permiso, así que la mire de frente y me sostuvo la mirada. Demasiado. Me senté con ellas y pedí otra cerveza. Alta, morocha, piel oscura, linda cara, tetas chicas pero bien formadas, muy buen culo, pelo lacio y largo teñido de un color imposible, medio rubio, medio gris, pero los ojos... Los ojos eran otra cosa, nunca había visto nada así: Además del tamaño inusualmente grandes tenían un color que variaba del verde al amarillo y tenia manchitas de un marrón muy suave en el iris, alrededor de la pupila que tampoco era negra. Me hizo pensar en la piel de un leopardo o de un jaguar. Valeria. La boca era de labios generosos, obscenos. A la mitad de mi cerveza ya nos estábamos besando. Cuando la termine fui a la barra como para pedir otra y en un aparte a Karnibal:
-Loco, donde hay un telo por acá?
Me miro sonriendo, me mostró el índice de la mano derecha y señalo a la calle
-No tenes mas que cruzar, justo enfrente
Volví a la mesa, la agarre de la mano y me la lleve. Fácil, muy fácil, demasiado para ser cierto... Pero lo era...
Vale cogía bien, rico, sin locuras, pero mucho y largo. Después del tercero nos dormimos y no escuchamos el final del turno. La acompañe a la parada de su colectivo y me fui a la oficina. Eran las ocho de la mañana y estaba bien, relajado, tranquilo como no lo había estado en meses, no por Valeria a quien sabia que probablemente no volvería a ver, sino por la situación, por el lugar, por la sensación de pertenencia y aceptación, sin preguntas ni planteos.
El sábado a la tarde llame al Toro y volví a ir. En el bar me saludaron como a un amigo de toda la vida y tuvieron la cortesía de no hacer comentarios al respecto (aunque todos sonreían de costado cuando creían que no los veía). Perdí tres partidas de ajedrez con Göran (este vikingo es increíble!!) y llego el Toro con un amigo: El Tigre, personaje imposible de describir, fachero, pelo largo como yo, pero medio rubio, alto y con un resorte en la cabeza que te impedía saber con que iba saltar después. En el bar te daban con la cerveza (de botella o tirada) un plato de maníes y otro de pochoclo salado que te daba una sed que ”te voglio a dire” y no paras de tomar. Íbamos por la cuarta o quinta cerveza (pagábamos por turnos sin que nadie dijera ni preguntara nada, como algo hablado y ensayado hasta el hartazgo). Al lado se sentaron tres mujeres bastante lindas, bastante en pedo y, a una seña del tigre, nos levantamos y desembarcamos en su mesa con los chops en la mano. Las pibas eran compañeras del secundario y se juntaban de vez en cuando a rememorar viejas épocas. Veintidós años. La que estaba al lado mío se llamaba Gisela, era linda, bajita, medio rellenita pero bien. Pelo negro, ojos del mismo color, buena cola y buenas tetas y, pese a ser medio gordita, buena cintura. Para la segunda ronda nos besamos y le tire de ir al telo. Acepto demasiado rápido, como si lo estuviera esperando desde hace bastante y me la lleve.
Gis no era muy buena en la cama, pero muy abierta, aceptaba de muy buen grado cualquier cosa que uno propusiera y tenia una maestría en oral que hacia que nunca me faltaran ganas de empezar otra vez. Me gusto bastante estar con ella y nos quedamos en el telo hasta las seis y media de la mañana.
El domingo quise volver a ir (se estaba convirtiendo en adicción) pero el Toro tenia otros planes así que fui solo.
Era temprano. Göran no estaba, los domingos no iba y me quede charlando con Mariela y Romy. Mariela se reía mucho y me empezó a decir “Tanite Castigattore” pero la corto cuando vio que no era esa la idea, que las mujeres eran un accidente, que era otra la historia. Me presento a una piba muy, pero muy rica, con unos ojos azules como pocas veces he visto (salvo con Romy y Laura) y muy simpática. Al rato de estar en la barra me la lleve a una mesa y seguimos charlando. Cuando estaba por besarla vi de costado que Mariela tenia una cara de lo mas angustiada y me frene, pero seguí charlando con ella. Era medio sobrina de Mariela, hija de una amiga o pariente y tenia la tierna edad de diecisiete añitos (nunca lo hubiera pensado) así que le perdone la vida. La flaquita (Sabrina) se me pegoteo y la verdad es que estaba muy linda pero no me daba para estar con una pendeja, ya estaba de vuelta de esas historias y me pareció que Mariela medio tenia o sentía la obligación de “cuidarla” así que me quede en el molde, la salude y me fui para la barra. Algo de todo esto debe haber sido así, porque me puso enfrente una cerveza de litro que yo no había pedido y me dijo que “la casa invita” con una sonrisa de lo mas sincera.
Me quede en la barra, tomando cerveza y charlando con ella y Romy toda la noche, hasta que cerraron, sin mujeres, pese a que después de Sabrina, se habían arrimado varias a la barra y alborotaron un poco alrededor.
Me fui a casa con una sensación desconocida, rara, agradable: Desde lo de Janis se había producido un gran vacío entre muchas de mis amistades y, al apartarme yo de los lugares que mas frecuentaba nos veíamos mucho menos con la mayoría lo que contribuía a que me sintiera mas solo y desgraciado que nunca.
Decidí ser egoísta y no mezclar el ganado: “El Escandinavo” iba a ser mío, un lugar que fuese para mi lo que “Puerto Arzeno” había sido en mi adolescencia (hasta que la paranoia de un político de mierda lo cerro) pero esta vez lo iba a compartir solo con los mas allegados, con los que valía la pena. Era para invitar solo algunas de mis amistades y para llevar solo algunas de mis relaciones (por supuesto sin contar las que se generaran ahí). Llegue a casa relajado y extrañamente contento y, solo los Dioses saben por que, en cuanto me acosté me dormí como un bendito durante doce horas. Había encontrado un lugar, una cucha para refugiarme...
Que no se me pidan explicaciones, solo cuento como pasaron las cosas.


viernes, 21 de septiembre de 2007

"Di la verdad y... Corre!!!" Antiguo proverbio Polaco

Andaba necesitando una mujer, supongo que fue por eso. La Maga y yo habíamos terminado, esta vez para siempre. Ella se había conseguido un novio mas acorde a lo que sus padres exigían y aceptaban. Yo lo sabia desde hacia mucho tiempo, casi desde que empezaron, pero había estado esperando que ella se armara de coraje y me lo dijera. Por fin lo hizo, la madrugada del veinticinco de diciembre (Como siempre, doble regalo: Papa Noel y cumpleaños), cuando salimos de la casa de Aníbal, me lo dijo llorando y nos fuimos a un telo. De despedida... Anduve mordiendo mi rabia un tiempo aunque no entendía porque me cayo tan mal si hacia mas de tres meses que lo sabia.
En fin, la cosa que ahí estábamos, en Graff-Zeppelin con el Cejas, el Tostau y Aníbal, medios borrachos ya, cuando Verónica paso sus impresionantes ciento treinta de busto por adelante nuestro.
Debo haberle dicho algo y ella debe haberme contestado porque, de algún modo, termine sentado en la mesa que compartía con dos amigas tomando cerveza negra. Mientras hablaba con las otras dos (a ella cero bola, como corresponde al arte de provocar interés) veía sus ojos verdes mirándome. Unos veintiséis años. Mejor: estoy harto de pendejas.
La charla era de lo mas insulsa, ella creía en la astrología, los horóscopos y demás boludeces. Le sorprendió que yo no tuviera ni idea de a que signo pertenecía ni me importara y medio se ofendió cuando se dio cuenta que mientras me explicaba sobre mi año zodiacal yo tenia la mirada perdida en su escote que no era para nada esotérico.
Los míos se fueron, sus amigas también. Pelo largo, ondulado, rubio cobrizo, casi rojo, piel muy blanca, como de noctámbula. Hablamos un poco: Viuda hace seis meses (un accidente de moto), vivía sola, triste. Cuerpo fabuloso, cocainómana, estudiante de psicología, residente ad-honorem del Hospital Neuropsiquiatrico Moyano. Facciones angulosas, muy europeas. Nos besamos, dealer para pagar el alquiler, el marido se había matado por andar como un endemoniado en una moto con mas cilindradas que su numero de documento, duro como paquete de pastillas.
No le importo que yo fuera un careta, que no consumiera mas drogas que un buen Malbec o un poco de cerveza. Pague y salimos. Mas besos. Pañuelo en la cabeza con una constelación entera de soles, lunas y planetas astrológicos. Dos cuadras. Vivía a la vuelta del bar, en la parte mas linda del Palomar de Caseros.
Segundo piso. Prendió TODAS las luces, absolutamente todas
- Desde lo de Fabián, no soporto la oscuridad - dijo y se metió en el baño.
Apague las luces, no por romanticismo sino por espíritu de contradicción. Prendí un cigarrillo y me senté en la oscuridad, en bolas, a fumar y a esperarla.
Se puso histérica, grito, me puteo, lloro y hubo que contemporizar y prender el televisor y mimarla y acariciarla y morderla. Le gustaba de perrito igual que a mi, pero era una ninfomana. O por ahí la viudez la tenia demasiado abandonada cuando era una mujer para ser amada, acariciada, mimada todo el tiempo, todos los días, a cada rato... Fue muy lindo. Y muy triste. Como ciertos animales mitológicos de los que no voy a hablar aquí: No estábamos juntos, solo cerca.
Tuve que hacer un esfuerzo desmedido para estar a la altura, pero a mi también me hacia falta: La Maga nunca fue muy participativa...
Nos seguimos viendo tres o cuatro semanas: Me compraba cerveza y cigarrillos (odio que hagan eso), venia a buscarme a la oficina y pasábamos largas tardes tomando cerveza negra y hablando, riendo muy poco, cada uno concentrado en su propio dolor. Las noches las pasábamos en su casa.
No se que paso, pero ella empezó a necesitarme, a reclamarme los llamados, las pocas noches que pasaba fuera. No entendía mi necesidad de estar solo, libre, de caminar al pedo por la ciudad pateando cascotes, pensando, o de sentarme solo en un bar a ver pasar la gente y la vida. Yo sentía que cada vez mas parecíamos un matrimonio y no estaba bien, venia de un muy mal rollo. Un día hablamos y me lo dijo: Ella estaba muerta desde hacia tiempo. Y lo sabia. Lo sabia tan bien que me hizo participe de su muerte: Yo me estaba convirtiendo en su excusa para seguir viviendo. Paradójico: Si me quedaba con ella, ella vivía y yo moría y mi muerte la revivía, muriendo de a poco su vida tenia razón de ser vivida... Por lo menos por ese día. Y el otro. Y el siguiente... (La verdad: Me cago en Freud)
Yo no quería jugar ese papel, no me interesaba ser mártir ni héroe de la vida ni de la muerte de nadie, pero Vero machacaba el tema y me quemaba el cerebro con eso y lo único que lograba era que yo quisiera alejarme cada vez mas de sus sermones.
Una tarde me había juntado con Chuck en el bar del pianito (Bar “Gloria”) frente al Hospital Castex o Eva Perón, como prefieran, en San Martín; medio escapándome de Vero. Este era a un bar que yo evitaba mucho desde lo de Meche, porque ahí si que me sentía una porquería de ser humano, una montañita de mierda.
Chuck y yo hablamos mucho esa tarde y tomamos mucho también. A veces nos cortábamos solos del resto y hablábamos de nuestras cosas. Tuve siempre marcada preferencia por su compañía y por su charla igual que con el Cejas (sin despreciar a los demás) y me gusta pensar que a ellos les pasaba lo mismo conmigo. Cuando se fue, me quede tomando otra cerveza, evocando a Meche, las noches que me había apoyado, que había apuntalado el dolor que me causaba la Maga y su familia y decidí tomar otra, solo para recordar. Llame a casa para avisar que iba a llegar tarde y ahí me entere que Cromosoma47 (el novio de mi prima, ya imaginaran por que lo llamo así) había atropellado a un pobre infeliz en bicicleta y estaban todos en el Castex. Cruce la Ruta 8 y entre a la Guardia, haciendo de memoria un recorrido que me odiaba por haber echado a perder. El pendejo estaba bien, no había pasado del susto y unos raspones, el que no estaba bien era Cromosoma47 que en vos muy alta vociferaba cosas como: “Dios quiera que no me arme quilombo, ni me ponga un abogado por andar en el auto sin anteojos” (Mr. Magoo era Argos al lado de este pibe). En fin, salude y me estaba yendo cuando en la escalera me encuentro con Chechu. Lo de siempre: “Que como andas? Tanto tiempo, que hace mil que no se nada de vos, que como andan tus cosas?”
Chechu merece una referencia externa al quilombo que estoy narrando: Compañera de banco de Janis en el secundario, no se como mierda termino enredada en nuestro grupo, Nun se había hecho amiga de ella, Chuck se la quería voltear, yo sin saber esto ultimo empecé a salir con ella. Por algún motivo los únicos molestos con esa relación fueron Nun y Janis y nunca voy a entender por que. Al margen de eso, Chechu y yo salimos unos meses hace siglos y no nos volvimos a ver. No habíamos cogido, pero habíamos hecho TODO lo demás. Tenia a la madre internada y no se como nos terminamos besando en el descanso de la escalera. Estaba muy linda, se había cortado el largo pelo oscuro y lo llevaba lacio muy corto, con esas melenitas tipo Carre. Ella era mas alta que Vero, me llegaba mas o menos al hombro y también tenia la piel muy blanca. No tenia esas tetazas pero tenia muy buen culo y cintura, las facciones eran distintas, tenia la cara mas redonda. Dos palabras y al telo. Bien, no tanto como me estaba mal acostumbrando con Vero, pero lindo. No usaba la boca. Después del segundo, pedimos unas latas de cerveza y estábamos fumando un cigarrillo y me pregunto:
-Estas con alguien?
-Si. Y vos?
-No-
medio puchereando, en vos muy baja -nooo... Yo pensé...
-Que pensaste? Que íbamos a volver? Por que pensaste eso?
-No se, yo creía...
Me dio bronca: Ahora se acuerda de preguntar? Que esperaba que hiciera? Que le mienta como hacen todos? La empecé a besar, le fui explicando que no quería estar con nadie ahora, tampoco con Vero, que todavía me dolían algunas cosas y ella seguía medio llorando, medio sorbiéndose los mocos, boca abajo, con la cara escondida en el hueco del codo. La seguí mimando, le di unos mordisquitos entre los omoplatos, en los hombros, en el cuello y empezamos. Levanto la cola y le metí el pulgar entero en el culo. Suspiro, así que la saque y la metí de nuevo pero por el otro lado:
-Des-pa-cio, des-pa-cio...- decía con un susurro entrecortado
Yo estaba como loco y seguí, seguí, seguí, seguí hasta que acabe. Prendí dos cigarrillos y le pase uno. Me lo saco de un manotazo y me dijo:
-SOS UN HIJO DE PUTA!!!- grito, pero sonreía -Sos un hijo de puta...
-Decime algo que no sepa.
Salimos a pie y en la esquina pedí un remis para ella. Nos besamos.
-Llamame, si?
-Si, ya veo. No se. Veremos...

Me fui a casa y, como de costumbre, no pude dormir. Fui a la oficina y trabaje todo el día. A la salida estaba Vero esperándome. Empezó a reclamarme que no había ido “a casa” (¿?) a dormir y la corte en seco, le conté sobre el accidente de Cromosoma47 y como había ido al Hospital, me había encontrado con Chechu y había terminado con ella en un telo. Se quedo callada mirándome con los ojos húmedos de lagrimas que no desbordaban, que temblaban justo en el lagrimal. Me escupió la cara, me dio un sopapo como para matar a un buey y se fue corriendo. La deje ir...
En el bar de Av. San Martín y Chorroarin pedí una cerveza y mire alrededor: Era una linda tarde de verano... Y sonrei: Por una vez, estaba del otro lado del dolor.

lunes, 17 de septiembre de 2007

“Sólo esa vez, excentrado como un matador mítico para quien matar es devolver el toro al mar y el mar al cielo, vejó a la Maga en una larga noche en la que poco hablaron luego, la hizo Pasifae, la dobló y la usó como un adolescente, la conoció y le exigió las servidumbres de la más triste puta, la magnificó a constelación, la tuvo entre los brazos oliendo a sangre, le hizo beber el semen que corre por la boca como el desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se la alzó hasta la cara para untarla de sí misma en esa última operación de conocimiento que sólo el hombre puede dar a la mujer” Rayuela, Julio Cortazar


Estaba mal. Me sentía usado, pisoteado, traicionado. Yo sabia que La Maga estaba con otro tipo, un salame que había conocido en el gimnasio, pero después de casi tres años de relación esperaba que, por lo menos, me lo dijera ella. No le dije que yo sabia, la deje decidirse aunque sabia que era una batalla perdida de antemano.
Necesitaba hablar con alguien, desahogarme un poco. Fui a buscar a Chuck a su casa y no estaba. Nun, su hermana y también mi amiga, me convido unos mates. Nos une un profundo cariño, pero nuestra amistad se había desdibujado por los meses en que (siglos atrás) éramos algo mas que amigos y la paranoia de sus padres me destrozo la vida parejito, así que no quise enchastrarla. Siempre pensé que, en el fondo, ella cree seguir enamorada de mi, pero también se que nunca lo estuvo: Nunca hay que subestimar el poder de la decepción, de lo que ellas creen rechazo. Hablamos dos boludeces, tome tres mates y me estaba yendo cuando llego Janis, mi amiga, mas que mi amiga, mi hermana, mi otra mitad, mi costado femenino.
Nos conocemos hace algo mas de seis años y siempre tuvimos entre nosotros algo especial: Nos entendíamos. No hacia falta hablar, simplemente sabíamos lo que le pasaba al otro. Cuando no estaban su novio o La Maga presentes me saludaba besándome suavecito en los labios (un pico que no tenia nada de sexual y mucho de afecto) y le gustaba enroscar mi pelo largo en los dedos de su mano mientras me hablaba de sus cosas o mientras me escuchaba hablar a mi. En cuanto llego y me vio, le cambio la cara, me abrazo y se me pego: Como siempre, se había dado cuenta de que algo me pasaba y, con cualquier excusa me pidió que la acompañe a su casa a buscar unas fotos o no se que mierda. Menos de dos cuadras.
-Que te pasa?
-Nada, Janis... Ando medio mal, pero no es nada
-Es por La Maga, no?
-Que sabes vos de La Maga?
-Nada, pero se de vos...
Me cago, como siempre, me saco la ficha con solo mirarme; pero, en definitiva, a eso había ido: para hablar, para desahogarme. Le empecé a contar medio vuelteando porque La Maga y ella también son amigas o compañeras o algo así y yo no sabia que tan profunda era esa relación. Toda una sorpresa:
-Que no es una mina para vos, que no es buena, que te mereces algo mejor, alguien que te entienda, que te conozca...
-Si -
pensé yo- y en lo posible: Que sea huérfana.
Llegamos a la casa y el larva del novio estaba ahí, mirando la tele, que creo que era la única actividad física que le gustaba (y pensar que nosotros los presentamos hace casi cinco años y desde ahí que están juntos). La madre de Janis me saluda, cortes pero distante, como de costumbre (otra mujer que no entiendo: Lloro emocionada cuando me recibí en la nocturna pero era parte de la Cofradía de las Urracas. Amiga de la madre de Nun, me destrozo junto con ella cuando el Lobo vino en pedo de una reunión en el Centro Montañista y vomito en su cocina. Yo los ayude a limpiar y ellos sabían que yo había estado ahí toda la noche, con los otros, mirando un partido de la Selección, que no estaba con el Lobo, pero le dijeron a la madre que yo lo había emborrachado... Por que? Nunca voy a saberlo).
Volvimos afuera, hacia la casa de Nun, caminando en silencio y en la puerta, Janis me mira y me dice:
-Sabes que acá estoy... Para lo que necesites y cuando quieras, acá estoy...
Le estoy por responder y me da un beso como los de siempre, pero me muerde el labio, despacito, pero me lo muerde y, antes de que pueda reaccionar, se metió adentro y me dejo en la vereda regulando.
Encare para lo de La Maga re caliente, dispuesto a gritarle la verdad, “mi” verdad, a darle el gusto a los padres y desaparecer de sus vidas de una vez y, en la esquina, me encuentro con Chuck que volvía de la facu. Lo abrace como pocas veces abrace a nadie y nos fuimos a tomar un café al bar de Ruta 8 y Tres de Febrero.
No se que me paso, no podía contarle. Cada vez que quería empezar el tema se me formaba como una bola de algodón en el garguero y no podía hablar. Chuck me conoce desde siempre y desvió el tema, me ayudo a su manera, sabiendo que algo me pasaba pero que si no se lo podía contar, lo mejor era distraerme, hacer que no pensara en eso y empezó a contarme un montón de historias “sucias” que había escuchado en su trabajo como para cagarse de risa. Dejamos el café y pedimos una picada con cerveza negra (“Quilmes Bock”, la reina de las birras) y seguimos, meta risa y jolgorio, hasta que oscurecio. Nos despedimos y mientras esperaba el 670 (colectivo de mierda si es que existen) cambie de idea y volví al camino hacia la casa de La Maga.
Todavía no se acostaban y yo, que estaba mal pero relajado, no le pregunte a ella sino a la madre si nos permitía salir un rato.
En “Prielo” le hice unos mimos, la adule, la acaricie y la bese hasta que, con un guiño, la pude subir a un remis rumbo a los telos que hay en Ruta 8 y Av. Márquez. Era de despedida y el agraviado era yo, así que me importo una mierda lo que pudiera sentir ella. No perdone un orificio de su cuerpo, no deje un rincón por explorar. La enchastre y embadurne de las peores maneras que puedan imaginarse y juro ante los Dioses que sus frígidas humedades tenían el dulce sabor de la venganza, que sus quejidos, cuando se retorcía boca abajo, y sus sollozos de dolor y de injuria cada vez que yo acababa sonaban a mis oídos como la marcha triunfal del ejercito conquistador entrando a la ciudad rendida.
Se acabo el turno del telo y seguimos medio turno mas. Mientras nos vestíamos se lo tire:
-No tenes nada que decirme?
-Si, es re tarde: Mi vieja me mata...
Me dio un ataque de risa: Estaba tirando a la mierda una relación de casi tres años por una calentura con un boludo mas cercano al modelo que le imponían sus padres, apenas podía caminar por los ardores en distintas partes de su anatomía y su única preocupación era lo que pudiera decir su madre respecto al horario. Nada que hacer: El que duerme con chicos amanece meado. Eso pasa por enamorarse de pendejas.
No le dije nada, no deje que supiera que yo sabia. Pedí un remis pero no la lleve a su casa como hacia siempre, me baje en la mia, que estaba de paso y la deje volver sola.
Pase las horas que quedaban de la noche con los ojos abiertos, en la oscuridad, fumando sin parar, quemándome los dedos con las colillas y la cabeza con los pensamientos; y me fui sin dormir a la oficina.
En la facu estábamos de huelga hacia mas de seis días, cumpliendo horario pero sin trabajar así que todo el campus era un carnaval: Conservo una foto de esos días, increíble por lo irónica, donde veinte empleados estamos comiendo un asado y tomando vino, sentados a la mesa al lado de una parrilla rebosante de carne y, de fondo, apoyada contra un árbol se lee en la pancarta “AUMENTO YA! EL HAMBRE NO TIENE PACIENCIA!”
Yo seguía de muy mal humor y no tenia ganas de ir afuera, al parque, a tomar mate y a boludear con los demás y como había que dejar una guardia mínima me quede en la oficina. Empecé a escribir, tratando de purgar mis demonios, de descargarme para poder estar un poco mas tranquilo y entra Adriana y se sienta en mi escritorio.
Ella trabaja hace un año en Atención al Publico de esta Dirección, tiene dos hijos, separada, veinticinco años y es bien gallega: Petisa, metro sesenta escaso, morocha, pelo corto, ojos oscuros, grandotes, del tipo árabe, muy buena cintura y con un culazo increíble. No le di bola, pero ella igual se quedo y empezó a cebar mate mientras yo escribía. Yo evitaba hacer contacto pero sabia que me miraba, no era boluda y me había pescado varias veces mirándole el culo cuando acomodaba los libros en las estanterías superiores. Me paso un mate y cuando lo agarre no lo soltó, se quedo así, con mi mano agarrando la suya y el mate y mirándome con esa humedad en los ojos...
En la Sala de Profesores empezamos a besarnos, a tocarnos, a franelearnos, a lamernos. Saque la billetera para darme cuenta que después de lo de anoche no me quedaba ni un puto forro, me quería matar, pero fue mejor, porque de a poco empezaron a volver a la oficina el resto de los empleados y no hubiera sido nada gracioso que nos agarraran cogiendo en el sofá.
A la tarde, cuando empezó a oscurecer, encare para Av. San Martín y siento que me chistan: Adriana. Caminamos juntos sin hablar y casi en la esquina, fui al kiosco a comprar cigarrillos y una caja de forros, la agarre de la mano y la hice entrar por el lado de Microbiología y ahí, detrás de un cerco de grateus empezamos de nuevo, me puse un forro y me monto: Hacia mucho que no me sentía tan vivo y sentí su orgasmo, denso, caliente. Después acabe yo. La acompañe a la estación de tren, del otro lado, atravesando todo el campus. Hablamos un poco, relajados, bien. Nos besamos al despedirnos, pero ninguno de los dos sabia si se iba a repetir.
En San Martín, yendo para la casa de Chuck, me lo encuentro en la calle. Venia de lo de su novia:
-Tanito! Iba a casa, a llamarte para ver como estabas, para juntarnos a tomar algo
En la Pizzería “El Gallego” pedimos una grande de muzza y una cerveza
-Como andas, Tanito?
-Bien, hermanito, muy bien...
Y era cierto...

martes, 11 de septiembre de 2007

“Y ella entró como de ninguna parte hubo una mole de silencio en el bar y al tipo el mundo le importó tres cuernos, con la botella al hombro se invito a sentar en el próximo bar...” Los Caballeros de la Quema, “Luces de Bar”

Y bueno, aquí estaba otra vez, un lunes cualquiera en la mañana, con la resaca correspondiente a una nueva ruptura: Maria, una de las múltiples hermanas de Peque, quizás la única mujer que me hubiese acompañado en mi reciente, y no muy definido aun, proyecto de irme lo mas lejos posible de mi puta y querida Buenos Aires, acepto el golpe, me beso y se fue, no sin darme antes una despedida acorde en el telo que esta cerca de la Terminal de Ómnibus de Lujan. Una tigresa.... Creo que vamos a vernos de nuevo, alguna otra vez, para despedirnos si es que me voy o para revolcarnos si es que me quedo...
En fin, el tema es que estaba en mi oficina pensando en todo esto, cuando suena el teléfono: Didi, la hermana del Cejas, y esto merece un párrafo aparte:
Didi, Ro y Ely eran tres amigas, compañeras del secundario, que andaban juntas para todos lados como gemelos siameses unidos por la cadera cuando éramos crios. El garca de Anibal (un tipo que alguna vez considere un hermano) había salido con ellas en distintas oportunidades, primero con Ro que estaba muy buena y después con Didi que estaba loca. Ambas historias habían acabado mal y conociéndolo al tipo no me sorprende. Todos nos habíamos querido meter en los calzones de Ely, en un momento u otro, sobre todo Chuck, pero se le había escapado, y los demás nunca tuvimos oportunidad. Particularmente, creo que yo les caía bastante mal a las tres. Pero el tiempo paso, cada vez nos vimos menos entre nosotros y ellas entre si, y de golpe, las tres quedan solteras al mismo tiempo y tienen un ataque de adolescencia (Didi. Ro y Ely estaban al pedo y aburridas así que la seguían). De caerles mal pase a ser un referente para su adolescencia perdida e inexistente y se nos pegaron como lapas. Mi inmerecida fama de bohemio, de rebelde, de soltero empedernido, de mujeriego impenitente y de seductor Bukowskiano (Esto es: Feo como dolor de muelas pero con “chamuyo bonaerense” cien por ciento efectivo) las intrigaba una barbaridad. Ahora volvamos al motivo de su llamado...
Había una fiesta organizada por los chicos de los Centros de Estudiantes de la Facultad de Veterinaria y la Facultad de Agronomía en conjunto, era en el galpón de Av. San Martín. Yo no se si se habían enterado por el Cejas o por mi (ninguna de las dos fuentes me parece muy viable. Más probablemente lo haya escuchado en la radio, aunque yo ando medio disperso últimamente). El tema es que quería saber si íbamos a ir y, si era así, si podían ellas venir con nosotros. Por supuesto que yo, por mi trabajo y también por ser amigote y compañero de muchos de los chicos del Centro de Estudiantes de la Facultad de Veterinaria tenia que ir, y si las rayadas estas querían venir, por mi muy bien y, de paso, estrenemos el auto nuevo de Ro que yo, como siempre, ando a pata. Así quedamos, para el sábado.
Melisa entro a traerme el café que siempre me traía a media tarde y la mire: Esta muy buena, juega siempre a la seductora pero te recuerda a cada rato que esta de novia hace cinco años con el mismo tipo, su primer novio: Afortunado, el muy hijo de puta. Vi que me miraba de reojo así que entre en el juego de todos lo días y le pedí que me alcanzara no se que expediente. Ella, como todas las tardes, se inclino en el archivero dándome un hermoso primer plano de sus caderas y mirándome por sobre su hombro para ver mi reacción: Tenia unos shorts mínimos, muy ajustados, inexistentes. Por un momento pensé en levantarme y apoyarla, estoy seguro de que se va a frotar, pero da para quilombo y este trabajo es una mierda pero es lo único estable, el ultimo cable a tierra que me queda para no desquiciarme del todo. Suspire, me quede en el molde y le agradecí el expediente y el café. Necesito estar solo y pensar un poco, aclarar las ideas. Tuve un día complicado, el Secretario y los de la Comisión no dejaron de romperme la bolas hasta ultima hora. Me estaba yendo y sonó el teléfono: Janis. No sabía si ponerme a reír o a llorar, si cortarle o darle cabida...
Le di cabida, por supuesto, es como si ella tuviese un imán para darse cuenta cuando estoy solo y mal. Hablamos un rato y quedamos en vernos: No me lo dijo, pero ella tampoco estaba bien. Nos encontramos en “Nastase”, el barcito de Av. San Martín.
Llegue temprano. No, no llegue temprano, llegue a horario y creo que mi adicción al alcohol es culpa de la impuntualidad de las mujeres: En media hora o cuarenta y cinco minutos que ellas tardan en llegar yo me vuelco dos cervezas y voy por la mitad de la tercera. Para cuando llego, con su presencia arrolladora, con esa nube de personalidad que la rodea que hace que todo el bar deje de comer maníes y se quede con el pucho o el vaso a mitad de camino hacia la boca, yo ya estaba medio “embebido”. Me dio un pico, como siempre, ante la envidia de los parroquianos que siempre me veían con una distinta y debían pensar ”como hará este feo hijo de puta?”...
Como de costumbre, mi dulce Janis respiraba autosuficiencia, pero a mi no me engañaba: Estaba mal. No se si triste, hastiada, cansada o insatisfecha. Creo que sigue cogiendo con el flaco este del norte o con el hermano, o con ambos y, aunque fue muy discreta al respecto, me di cuenta que un mal rollo había tenido durante el fin de semana. Yo tampoco estaba muy bien. Vuelteo un poco, pero después de unos besos nos fuimos a el telo de la calle Empedrado (a estas alturas creo que yo solo debo haber pagado las cocheras nuevas y la remodelación del primer piso de ese hotel). No soy un tipo de los que se dice sexualmente potente: En lo que dura un turno de hotel dos o tres a lo mas, pero con Janis...
Me destrozo, como siempre, me dejo molido como si me hubiese pasado un tractor por encima... Cuando echamos el cuarto y nos derrumbamos en la alfombra abrazados, cansados y transpirados, le limpie el pegote de la cara y no tuve mejor idea que tartamudear algo acerca de estar juntos, de probar de nuevo...
Hubiese preferido que se ría a carcajadas, que me dijera que no, que me mandase a la mierda, que me dijera: “Estas en pedo”, cualquier cosa antes que la tierna sonrisa y el casto beso que me dio... Siempre me hacia eso y era cuando yo sentía que estaba cometiendo un incesto, que me estaba cogiendo a mi hermana. Nos peleamos, discutimos mal, nos dijimos cosas muy feas y nos fuimos re calientes, cada uno por su lado... En fin, no aprendo más... Y lo peor es que cuando me vuelva a llamar, voy a volver a ir... Y si no me llama, se que voy a terminar llamándola yo...
Al otro día, estaba en la oficina, resacoso, con el cuerpo hecho pelota y con un humor de mierda que no me aguantaba ni yo. Melisa se dio cuenta y casi no entraba en mi oficina, pero con voz medio fastidiosa me pasa un llamado por la línea externa: Didi de nuevo (en mis veintiséis años no me había llamado nunca por teléfono y ya van dos veces en dos días). No se como pero termino con ella y con Ely en un bar de Villa Devoto. Increíble: Yo decía cualquier boludez, pero cualquier boludez en serio y ellas fascinadas… No me doy cuenta cual de las dos es la que esta caliente conmigo porque en eso, son muy compinches, pero por suerte llaman a Didi al celular y se tiene que ir. Mi humor ya había cambiado bastante después de dos Quilmes de litro y de reírme para adentro de las dos y mejoro bastante más cuando me quede solo con Ely. Veinticuatro años, es petisa, no pasará del metro cincuenta y cinco (me llega apenas a la base del esternón... Y eso con tacos!!!), pero es MUY linda: Rubia, pelo ondulado corto, facciones muy finas, muy buen cuerpo, abundante en los lugares precisos y magro donde tiene que serlo. Para sorpresa mía no es ninguna hueca, al contrario, es bastante inteligente, al margen de cultura general y capacidad intelectual se esta por recibir de contadora… Yo sabia que era hija de padres separados (madre católica, padre judío... Pensé en Flor y en Laura con un escalofrío, pero ella parece mas allá de esas cuestiones). Muy fiel en su vida amorosa, tuvo solo cuatro novios y algún que otro enrosque, “cagamos” pensé… En eso le suena el celular: Didi, “que si todavía estábamos en el bar, que perdón, que no se dio cuenta, que se fue sin pagar su parte, que le digamos cuanto es…”. Me sonó a celitos, “así que es ella, nomás?”. Mala suerte. De todos modos le tiro un par de palos a Ely y ella los recibe pero ni los acepta ni los rechaza. Sonríe mucho y tiene una sonrisa de lo mas cautivadora. No se por que, pero estoy medio como cohibido y no quiero tirarme a la pileta, me pongo cauto. Insólito en mi: Cuando la salude, ella me abrazo mas de la cuenta pero no me anime a ir por la boca. Me acosté pensando en ella... Pero cuando al fin me pude dormir, soñé con Janis...

lunes, 27 de agosto de 2007

"Que si aguanto te odio tanto, que si te quiero te espanto, que me rio y te hace mal; no hay fracaso mas rotundo que haberse venido al mundo, pa morirse y nada mas" La del Toro, Bersuit Vergarabat

Esa primera semana en la oficina fue una verdadera tortura; creo que no hay nada peor que prohibirle algo a alguien para que se duplique su deseo de hacer exactamente eso. Vacié el contenido de mi armario que para ese entonces parecía una licorería, tantas eran las botellas que me habían ido regalando los Docentes de la facu, y las distribuí entre los mas cercanos con un poco de rabia: Había cosas muy buenas!!!!. Con el cigarrillo y el café fue un infierno, no deje ni uno ni el otro, pero trataba de moderarme. Y en cuanto al sexo...
Melisa estaba ahí y seguía con su jueguito y yo ni en pedo iba a decirle que entre las cosas que me habían prohibido estaba eso, pero siempre era histeriqueo, nunca llegábamos a nada. Se hacia medio frustrante. También estaba Xime, una amiga de ella que parecía su versión en morocha de ojos claros y también estaba muy buena y que, gracias todos los Dioses, trabajaba en el Hospital Escuela, atravesando todo el Campus... Y había una piba, Mariela, también morocha y de ojos claros, que era la mas joven de los docentes que tenían tratos con mi oficina y que estaba empezando a interesarme antes de caer al Hospital. Cada vez que sonaba el teléfono desde la línea externa o el celular pegaba un salto, pensando que podía ser Janis. Pero no llamo y yo necesitaba desesperadamente hablar con ella... Y yo tampoco la llame.
Llego el viernes y no me banque quedarme en casa donde a nadie le había extrañado mi desaparición de mas de una semana y donde, al volver, me preguntaron “como me habia ido”, así que fui con Peque, el Tigre y el Toro a “El Escandinavo”. Romy me recibió como si no hubiera pasado nada, con el pico acostumbrado y me pregunto si me había ido de nuevo de viaje, así que le conteste que si, que me ido a visitar el Río Estigia pero que había vuelto, porque estaba seguro de que no iba a entender el sarcasmo... Pase la noche estirando mi litro de cerveza porque no quería exagerar y el Vaca y el Toro me apuntan a una pelirroja riquísima que estaba en la mesa de al lado y que me había clavado unos ojazos verdes medio extraviados... Puteo para adentro y le digo a los locos que la colorada estaba con un compadre, que si estaba ocupada era una cuestión de propiedad, que por esta noche pasaba y ellos se me entraron a cagar de risa y que desde cuando?, que si ya estas en pedo, que que te pasa, que si se hace el loco lo matamos, que estas apagado, Tanito o te dejaron puesto el freno de mano?
Y la verdad es que la piba esta muy buena y es cierto que mira para este lado y ahora me mira también el compadre que esta con ella y con bastante cara de orto, así que me di media vuelta y, de espaldas a ellos, pedí otra cerveza. Romy me la trajo y, con una sonrisa rarísima, también me señalo a la flaca... La colorada me llama golpeándome el hombro desde su silla y me pide fuego y, no pude contenerme, le saque el cigarrillo de la boca, lo prendí y se lo puse en los labios de vuelta diciéndole “te hace mal fumar” y ella se empezó a reír y me siguió hablando. Tenia una voz potente, muy armoniosa.
Yo miraba al pobre flaco que estaba con ella, de unos treinta y pico, que tenia una cara de lo mas desgraciada... Me dio pena, así que corte la charla y volví a lo mío. Al rato me tocan el hombro y me doy vuelta medio fastidioso ya... La colorada estaba sola en la mesa, el compadre había ido arriba, al baño. Me pase a la silla de al lado y empezamos a hablar. Carolina, cantante en “The Performers” una pequeña compañía de teatro que hacia musicales de Shakeaspare en ingles para chicos, mezzo soprano (por eso me había llamado la atención su voz), veintinueve años, soltera y sin novio, el loco que estaba con ella (y que justo en ese momento bajaba por la escalera) era el sonidista, un amigo nomás, pero su cara cuando me vio sentado con ella me hizo pensar que tenia como ganitas de cagarme a trompadas aunque no le daba el físico al petiso. El loco se sentó al lado mío con cara resignada, se presento y empezó a hablar de un montón de boludeces mientras Caro me apretaba la rodilla por debajo de la mesa. Me disculpo, voy hasta la barra y le pido a Romy que lo llame con cualquier excusa, que necesito hablar con la flaca a solas. Ella me acaricio la cara, me hizo un guiño cómplice y me dijo: “Bueno... Pero me vas a deber una”
En la mesa, estábamos sentados los tres y, de repente el loco se levanta y va para la barra, por el reflejo del vidrio de la heladera veo a Romy desplegando su lado histérico con maestría y, rápido, antes de que vuelva, Caro me dice:
-“El pesado este no me va a dejar en paz... Me voy con el, tomo un taxi, pego una vuelta y vuelvo... Te parece?”
-“Como vos digas, bombón. Yo voy a estar aquí, volve o no vuelvas... Vos fijate”
-“Voy a volver”
En eso vuelve el flaco. Caro dice que tiene sueño y que mañana tiene que ensayar para una audición. El loco se pone contento y se despide mientras le pone la campera sobre los hombros (todo un caballero, pobre boludo). Le doy la mano y Caro, cuando me saluda, me besa la mejilla pero me mete la punta de la lengua en la comisura de los labios. Se van.
Vuelvo a la mesa con los míos que no habían perdido detalle y me bardean: “se te escapo la tortuga, Gringo?”, “estaba entregada... Que paso?”. No les respondo, pido un cigarrillo y me siento a fumar... Y a esperar...
Al tercer pucho, Romy ya me miraba apiadada y me sonreía como compadecida, me esta por decir algo y llega Caro (me asombre un poco, yo estaba seguro que no iba a volver) y me dice:
-“Esta el taxi esperando... Vamos?”
-“Adonde?”
-“A cualquier lado... No importa... El salame este no se me despegaba...”

Me voy entre los vítores de mi mesa (donde ya estaban todos bastante en pedo), me subo al taxi y Caro le da una dirección al chofer, se acurruca y me come la boca. Freno en un kiosco para comprar cigarrillos, forros y cerveza y pienso en como mierda me meto en estas situaciones.
Caro vivía sola en un departamento abuhardillado en el ultimo piso de un edificio muy viejo, en el centro. Linda cucha, me gusto bastante, tenia una foto enorme de Cortazar en una pared y el resto estaba lleno de fotos en blanco y negro de ella y otra gente sobre distintos escenarios. Nos sentamos a tomar cerveza en el piso, sobre la alfombra. Para un primer encuentro, mi desempeño fue malo tirando a peor... La deje pagando las dos veces, estaba bastante borracho y medio paranoico con lo que me había dicho Guillermo en el hospital. Me dio el teléfono y quedamos en vernos el sábado y salir a comer. Amanecía ya.
Al medio día del sábado sonó el teléfono en casa: Janis.
Hablamos un poco, quería saber como estaba, que me extrañaba (y yo a ella, los Dioses lo saben), le digo de vernos, de juntarnos a charlar. Mala suerte, se va para el norte, el flaco que ahora esta con ella tiene familia ahí, pero medio quedamos para la semana que viene. Cuando colgué, mire a mi familia que por anticipado paladeaba otro garrón, pero pongo mi mejor cara de circunstancia y cuelo afuera a fumar, me voy hasta la avenida y la llamo a Caro desde el publico. Tengo que mentirle y odio mentir, no me gusta, pero tampoco le quiero decir la verdad porque no la entendería. Me atiende el contestador (mensaje repetido en castellano y en ingles), lo que me facilita bastante las cosas: “Me salió un trabajo, bombón, voy a estar fuera el fin de semana, en Torquinst. Te llamo cuando vuelva o llamame vos al...”.
Vuelvo a casa y no estoy bien. Me encierro en el taller, no puedo dejar de pensar. Agarro las gubias y no tenia madera así que manoteo un pedazo de eucalipto (madera de mierda si la hay) que mi tío había dejado tirado y sin saber que va a salir lo entro limar, a cortar, a desbastar... Una de las mejores piezas que hice (y solo era un bosquejo!!!): Mujer desnuda, arrodillada, con el pelo largo hasta media espalda, medio rizado, el culo apoyado en los talones, las manos sobre los muslos, las piernas apenas separadas, el cuello estirado hacia los cielos, la cabeza echada hacia atrás y la puta madre que me parió: Era Janis. No tenia cara pero era ella, era su cuerpo y hasta había medio empezado una “J” en la base. Puteando la tire a un rincón y salí de ahí, me cago en Dios, con una garra en la garganta... Puedo ser tan pelotudo yo solo, sin ayuda de nadie? Si hacen falta por lo menos tres para juntar tanta enfermedad, tanto deseo enfermizo por una mina que se caga en mi, que me quiere y me odia casi con la misma intensidad...
Mas tarde, suena el celular: Caro
-Por que me mentiste? No estas en Torquinst...
-Si, bombón, estoy en Torquinst, haciendo un trabajo. Cuando vuelva te llamo y...
-Tengo identificador de llamadas y me llamaste desde un publico de Ballester... Te deje entrar a mi casa: Por que me mentiste?
-Te llame desde un publico de Ballester ANTES de irme, ahora ESTOY en Torquinst, cuando vuelvo te...
-El Roamming de tu celular esta desactivado, por que me mentiste? Si yo te deje...
-Mira, Caro, ESTOY EN TORQUINST y estoy laburando, no puedo ni quiero tener esta conversación ahora, yo...
Estaba llorando... Desde el otro lado de la línea la oía llorar despacito, con sollozos ahogados y yo estaba particularmente sensible por Janis, y también sentía muchas ganas de llorar y las palabras se me amontonaron en la boca y otra mentira se me escapo como un escupitajo:
-No llores, bombón, te voy a decir la verdad, no tengo un mango y me dio vergüenza decírtelo porque recién nos conocemos, pensé que cobraba hoy y en el cajero no había plata y...
-En serio? Era eso nada mas? No necesitas plata, yo...
-Si, bombón, era eso, no quería que pienses que soy un seco, pero si: Soy un seco y...
-Venite a mi casa ahora
-Me encantaría, pero...
-Tomate un taxi, lo pago yo...
-No si no es eso, puedo ir pero lo que pasa es que...
-Veni a mi casa ahora, POR FAVOR, veni... Bueno, a casa no, nos vemos en el bar de anoche...
-Ok, ok, en una hora estoy allá

Colgué sintiéndome de lo mas desgraciado. Me bañe y me afeite, evite mirarme al espejo porque sabia que estaba como un trapo, me vestí y, antes de salir, me metí al taller y agarre la estatuilla de Janis. Se había raspado un codo nomás pero la madera estaba intacta, la retoque un poco y, a partir de la “J” que había empezado, talle un “JCARO” con diez golpes de gubia, con una “C” muy recargada para que no se notara y me fui para "El Escandinavo". Ni la pulí ni la lustre...
Llegue y recién abrían, Romy estaba sola preparando todo. Se puso contenta de verme pero estaba rara, cuando nos saludamos me corrió un poco la cara como para hurtar los labios al beso. Me sirvió una cerveza y me pregunto “como me había ido con la “cabeza de fósforo” esa”... Ni le conteste. Nos quedamos ahí, en la barra, al lado de la Valquiria que yo había tallado una vez con un pedazo de cedro que había sido el cajón de un escritorio cualquiera y que formaba una especie de altar, siempre con una vela encendida.
Romy esta mas linda que de costumbre, se había pintado, estaba mejor vestida. Llega un loco rubio, medio pelado y entran a besarse contra la barra como si estuvieran cogiendo y la veo a ella mirándome con un ojo medio entreabierto. Me dio un ataque de risa, me revise hacia adentro y no, ni rastro de celos. Me presenta al chabon y nos abrazamos, no me acuerdo del nombre, pero hablaba raro, como “zezeando”, había vivido un tiempo en la Madre Patria y me estaba contando no se que mierda de allá, cuando llega Caro y se repite el juego pero a la inversa: Me tira contra la barra y me parte la boca, abro un ojo y Romy tenia esos ojazos azules que despedían llamas.
Nos quedamos en la barra y Caro reconoció la firma en el escudo de la Valquiria, me había visto el mismo signo tatuado en el deltoides derecho y me pregunto si la había tallado yo así que metí la mano en el morral, saque la estatuilla de Janis y se la di
-Para mi? Soy yo?
-Si...
-Nunca nadie hizo esto por mi... Me hiciste un poquito mas linda...
Pobre Caro, estaba tan linda así, emocionada, con la mejillas brillantes. Me abrazo. Yo tenia la garganta agarrotada. Caro era muy linda, pero...
Me sentí medio mal y estuve a punto de decirle que no, que yo era un hijo de puta, que desde Janis no podía estar con ninguna mujer y que, por eso, necesitaba estar con todas; pero no le dije nada.
Nos quedamos en la barra tomando algo y charlando hasta que se torno zona peligrosa: Romy pasaba cada vez mas cerca de ella con la bandeja y yo ya veía a Caro con un Tequila Sunrise o un Daiquiri de sombrero. Para completarla cae la banda en pleno y me entran a saludar. Demasiada gente.
En su casa nos sentamos en el piso a tomar cerveza y a charlar. Era cierto que había tenido una audición para "Drácula" y estaba contenta por que creía que le había ido bastante bien. La charla se volvió mas escabrosa cuando giro en torno a mi mentira sobre el viaje a Torquinst, había tenido un mal rollo con un ex que la perseguía y le dejaba amenazas en el contestador (por eso el identificador de llamadas y las multiples cerraduras en la puerta) pero me dijo que desde que me vio se había dado cuenta de que “éramos compatibles”. Eso me freno en seco y le empecé a explicar que en lo que toca a relaciones yo estaba jodido, que el interés y el entusiasmo iban a durar lo que un pedo en la mano, pero me empezó a besar impidiéndome hablar. El primero ahí, en la alfombra y otra vez la deje pagando, la estatuilla me miraba desde la mesita así que para el segundo la cargue y la lleve a la cama y... Otra vez la deje pagando. Me empecé a preocupar y fui bajando: la bese, la mordi y la lamí hasta que pareció que le daban convulsiones. A partir del tercero todo marcho normalmente, claro que tuve que cerrar los ojos e imaginar que estaba con Janis. No entendía por que: Caro es realmente muy linda, no es el mismo tipo de belleza, pero no tiene nada que envidiarle...
Hubo un cuarto (cosa rara en mi) de perrito y ya no necesite de ayudas imaginarias. Me fui contento y relajado cuando el sol sacaba el morro para espiar la ciudad.
A Caro la llamaron de la producción para otra entrevista así que estuvimos casi una semana sin vernos, pero nos llamábamos todos los días. En el medio me encontré con Janis a tomar algo y estuvimos un buen rato hablando, como antes, sin sexo. No le conté nada del hospital, ni de mi relación con Caro, ni ella me contó nada de sus relaciones: Era como un acuerdo tácito.
Me fui muy aliviado de ese encuentro, era como que podía estar con ella sin desearla, como que ya no la necesitaba de ese modo, como antes y, paradójicamente, me hacia anhelar con mas fuerza el momento de encontrarme con Caro.
Le dieron el papel en "Drácula" y fuimos a festejarlo a una pizzería de Belgrano. Era un papel secundario pero era la puerta de entrada a muchas otras cosas: Bienestar económico, jornada laboral mas precisa, continuidad... Caro estaba muy feliz y yo también por ella. Nuestra relación marchaba como una maquinita perfectamente aceitada, hasta que los ensayos se empezaron a hacer mas frecuentes y mas largos y ella empezó a venir con dolor de cabeza y un humor de mierda que realmente la afeaba mucho y, para completarla, tuve que ir al hospital (donde no volvía desde que me habían dado el alta) porque Guillermo me llamo y me cago a puteadas, me amenazo con pasar un informe de Salud Laboral a mi trabajo y no se cuantas cosas mas.
Fui. Me tomo la presión que seguía para la mierda, me hizo sacar sangre. Me pregunto por que no había tomado los medicamentos que me había dado y me pregunto por mis viejos (óbitos ambos: cáncer e infarto respectivamente) así que me hizo hacer un ECG y un montón de estudios mas... Nada. Siguió indagando para atrás en mi árbol genealógico y... La Palabra empezó a revolotear por el consultorio como una polilla enloquecida por la luz...
Me dejo solo. Fue a buscar a un colega que tenia cara de tener hemorroides (“almorranas”, diría doña Antonia, la gallega de enfrente de casa) y me empezó a hacer preguntas a lo pavo sobre mi familia inmediata (que carajo puedo saber yo si todos se murieron antes de que nazca o cuando era un crío?). Al llegar a mi abuelo materno la Palabra dejo de dar vueltas alrededor de la lamparita de mierda del consultorio y se transformo en diagnostico, veredicto y sentencia: Leucemia. “Cagamos”, pensé.
Me metieron un trocar (una mecha de seis milímetros) en el fémur de la pierna derecha, sacaron un átomo de medula ósea (caracu que le dicen, como para el puchero), me clavaron una aguja del grosor de un clavo entre las vértebras lumbares y me hicieron prometer que iba a tomar las pastillas de colores que me habían recetado y que iba a volver dentro de diez días, cuando estuviese lista la biopsia. A mi en ese momento me dolía la vida, la cintura, la pierna, el pelo, el pantalón y tenia unas ganas terribles de irme lo mas lejos posible de esos dos sádicos de mierda así que les prometí que si, lo que quieran, cualquier cosa pero déjenme ir...
Me metí en un bar y me quede tomando cerveza, fumando y mirando pasar la gente y las horas. Cuando me fui era muy tarde y yo estaba borrachísimo. Caro se puso furiosa y me armo una escena fantástica (ya dije que era mezzo-soprano? Cuando gritaba era un huracán). No le dije nada del hospital aunque me pregunto porque rengueaba y le empecé a hacer mimos hasta que se calmo y pudimos tener un revolcón de los buenos, Caro usaba muy bien la boca y no solo para cantar. Pase la noche ahí, con ella, mirándola dormir.
Al otro día en la oficina y con resaca para variar, hable con el Cejas para afinar algunos detalles del viaje (nos íbamos para el norte) y después la llame a Janis para pedirle prestada la mochila. Quedamos en juntarnos a almorzar en Devoto el jueves.
Después de la oficina fui a clases y me junte con la banda a tomar algo en el bar de la Facu. No quedamos hasta que cerraron, a las diez de la noche y nos fuimos a la esquina a seguirla en el bar de Av. San Martín y Chorroarin.
Caro no estaba en su casa, eran mas de las dos de la madrugada y ya me estaba yendo cuando llego. Venia con dolor de cabeza, cansada y con un humor de mierda; era evidente que quería estar sola así que la salude y me fui.
Me junte a almorzar con Janis, me presto la mochila, me pregunto por el viaje, cuando volvía y esas cosas. Me pareció a mi o me tiro un par de palos? Me hice el boludo y seguí hablando de cualquier cosa. Cuando terminamos de comer me ofreció acercarme hasta la facu (yo me había escapado de la oficina pero estaba en horario de trabajo). Íbamos en el auto hablando de mi viaje al norte y en un semáforo me mira y me dice:
-“Ojo, eh! Portate bien...”
-“Y... que queres? Vos sabes que tengo que descargarme de algún modo...”
Ahí nomás, con la luz verde, puso primera, estaciono en una esquina, me reclino el asiento y me pego una de las mejores mamadas de mi vida. Eran las tres de la tarde y la gente pasaba caminando alrededor nuestro.
A la mierda mi teoría de poder estar de nuevo como antes, sin desearla... Ahora, como siempre, yo sabia que Janis iba a desaparecer, que no me iba a responder los llamados ni me iba a llamar ella. Me mata, esta mujer me mata...
La relación con Caro venia decayendo y no ayudo mucho que le contara sobre mi encuentro con Janis, pero pese a todo, nos seguíamos viendo. Se acercaba su trigésimo cumpleaños y ella estaba necesitando otras cosas, otras seguridades. Tuvimos una pelea horrible acerca de los planes futuros y de las incompatibilidades de carácter. Dejamos de vernos por unos días, me fui al norte con el Cejas (un viaje que siempre recordare con cariño, tal vez porque yo estaba mas sensible que de costumbre) y volví a la misma rutina. Caro me llamo, nos peleamos por teléfono y quedamos en juntarnos el lunes para hablar: Ruptura inminente.
El lunes a la tarde fui al hospital. Guille estaba de muy buen humor y me pidió que lo acompañe al patio. Nos sentamos en un banco, al sol, me paso un Camel y saco los resultados de la biopsia:
-“Bueno, Gringo... La buena noticia es que no tenes leucemia”
-“Y la mala?”
-“La mala es que no sabemos que carajo tenes y vos no nos ayudas mucho”
Me dijo me iban a hacer otra serie de estudios, una tomografía de cuerpo completo, me pidió que me dejara de joder y tomara los medicamentos, que duerma (como si dependiera de mi voluntad!!!), que me cuide, que sea moderado con el cigarrillo, el café y el alcohol. Del sexo esta vez no dijo nada y yo no le iba a preguntar... Me abrazo y quedamos en juntarnos a cenar en su casa, con su familia un día de estos.
Me fui a encontrarme con Caro y estaba tan contento y aliviado que no la deje pasar del tercer reproche. Empecé a besarla hasta que ronroneo y nos revolcamos sin parar hasta las cuatro y media de la mañana. Fue hermoso, pero tenia gusto a despedida...

viernes, 24 de agosto de 2007

“Veras que todo es mentira, veras que nada es amor, que al mundo nada le importa, yira, yira...” Enrique Santos Discepolo “Yira-Yira”


Estaba bastante cagado, no de morirme, pero si de quedar mal, con parálisis o medio incapacitado... Cuando me desperté, con ese gusto a perro muerto en la boca, y en medio de esa luz blanca, aséptica, espantosa, que reina en nuestros hospitales y clínicas, pensé: “Bueno, Tano, hasta aquí llegaste... Jodete, eso te pasa por querer bailar con la Parca pensando que sos especial, que a vos no te va a llevar”. Hacia un tiempo largo que estaba despierto, o eso me parecía, y no venia nadie, así que corte por lo sano, me saque la aguja de suero del brazo ahogando una puteada, la de dopamina que tenia en el dorso de la mano izquierda, el sensor que tenia en el índice de la misma mano, la faja del tensiometro del brazo derecho, los electrodos del pecho y me levante, pero estaba en bolas, así que agarre una toalla del baño y me la puse en la cintura, porque no pude encontrar mi ropa, y cole para el pasillo. Ya estaba llegando al fondo, hacia los ascensores y la calle, cuando una enfermera enorme, gorda y muy culona grito, me agarro del brazo y me llevo de vuelta a la habitación, y me largo un sermón de media hora acerca de mi salud y del trabajo abnegado de los médicos y enfermeras del hospital, bla, bla, bla... Falto que me tire de las orejas como a crío chico. Pero de lo que me pasaba y de porque me mantenían internado, ni una palabra. Me moría de ganas de fumar un cigarrillo y no venia nadie, ni médicos, ni parientes, ni amigos, ni enfermeras, ni mucamas y ya me estaba por ir a la mierda de nuevo cuando llega Guille.
Guillermo es mi medico, nos conocemos hace algo mas de un año y medio y nos tenemos mutua simpatía, pero venia con una cara de orto que “te voglio a dire”. Me dice que tuve un cuadro de descompensación en el sistema hemodinámico, que estoy muy por debajo de mi peso corporal aconsejable, que no tengo sangre, que se parece mas bien a un suero salino que a sangre de verdad (menos mal que no se parece mas al contenido de una barrica!!!), me recago a pedos por haber donado mas de seis veces en el ultimo año (yo lo hacia porque era un modo conveniente de saber que no tenia “el bicho” ni hepatitis y de paso le servia a alguien mas), que no podía ser que, a mi edad, me pasara eso salvo que no durmiera nunca y que hiciera esfuerzos desmedidos y que no era el caso porque sabia que yo era funcionario publico (parásito, que le dicen). Ahí fue donde me entere que el momento del orgasmo equivale para un varón a subir corriendo tres pisos por la escalera... Bien: Multipliquémoslo... Es mucho. Guille se empieza a reír (no se si no será un poco de envidia benigna) pero me dice que: “..dieta sin sal, medio paquete de cigarrillos al día, nada de café, no mas de dos o tres vasos de alcohol a la semana y en cuanto al sexo, vamos a hacer una prueba que requiere de diez días de abstinencia como mínimo”. Lo miro y le digo: “Por que no me das cianuro y te dejas de joder? No trasnochar, no fumar, no tomar, no coger... Matame, boludo”; pero se mantiene inflexible y amenaza con no darme el alta. Así y todo, me deja un Camel escondido en un anotador que me regala junto a un lápiz. Siempre le gustaron los garabatos que dibujo y las porquerías que escribo... Un fierro el Guille...
Pasan seis días y no me dejan ir. Todos los días, Guille me dejaba un pucho a escondidas y yo me fumaba la mitad después de almorzar y la otra mitad después de cenar, en cuanto a la prueba, la segunda mañana me levante con la sabana manchada como cuando era pendejo y, sin que pudiera evitarlo, me pasaba lo mismo día por medio. Pese a que me drogaban continuamente seguía sin poder dormir y, cuando lograba una media hora de duermevela, tenia unos sueños rarísimos, sensuales, densos. Al final me dan el alta y Guille me dice que me tengo que hacer controles semanales y que mi presión mínima esta peligrosamente cerca de mi presión máxima, que tengo un déficit linfocitario y plaquetas inexistentes, anemia y no se cuantas boludeces mas. Me autorizo la sal, porque es mas fácil subir la máxima que bajar la mínima, pero me mantuvo todo el resto de las restricciones (quien mierda puede querer comer maníes salados si no puede empujarlos con una cerveza?), y me dio una colección de pastillas de todos colores que, por supuesto, yo no iba a tomar... Salí a la calle y me sentía mas flojo que pito de viejo, eran las once de la mañana, y me metí en un barcito, pedí una cerveza y un tostado y me quede mirando pasar a la gente... Estuve ocho días y medio internado, ninguna de mis mujeres ni de mis amigos vino a verme y creo que ni se enteraron, la única que vino era tan ajena y se porto tan bien que no voy a consignar su nombre aquí, pero me dijo que Anibal (un amigo de toda la vida) se había enterado y le había pedido que: “Decile que se mejore, que le mando saludos”... El muy hijo de puta, cuando lo salve de todas las broncas del resto por ese carácter de mierda que tiene, cuando salí de la escuela nocturna casi religiosamente dos veces por semana a escucharle sus cuitas amorosas durante tres años y a ponerle el hombro para que llore, cuando le hice el aguante cada vez que se le derrumbo el mundo y el, desde el quilombo con Janis, me dio la espalda y se colgó de mi para lograr lo que nunca hubiese logrado por sus propios medios... Pedazo de sorete, stronzo, no hacerse diez minutos en su patética vida para arrimarse, para ver como estoy. Hasta aquí llegamos...
Comoquiera que sea, me sirvió para darme cuenta de lo solo que estaba, de lo poco que le importaba a nadie y también para ver que era consecuencia lógica de mi modo de actuar, porque yo no permitía intromisiones en mi vida desde lo de Janis y no le avise a nadie y mis constantes viajes hacían que no fuera raro que desaparezca de donde solía frecuentar por una semana o dos... A Janis, que era a la única a la que le quería avisar, a la única que estuve a punto de llamar, le hubiese hecho tanto mal (NOS hubiese hecho tanto mal a los dos) que me contuve... Empecé a madurar la idea de irme a la mierda, pensé en la gente que había conocido en mis viajes y en lo fácil que seria dejar todo e irme lo mas lejos posible de mi Buenos Aires querido y la idea me empezó a gustar... Empezó a tomar forma y a dar vueltas por mi cabeza y decidí ir hasta el río, ese río color león que es el mas ancho del mundo (como si eso le importara una mierda a nadie) para verlo de nuevo, para ir despidiéndome...
Del Hospital Francés a Retiro y de ahí a la Costanera.... El Río de la Plata tiene eso, el muy hijo de puta, tiene ese vientito con olor a sal que no es del mar y un poco a pescado. Tiene a los jubilados tomando sol, a los pescadores urbanos que van a mojar la lombriz, tiene ese sol que brilla en las ondas que hace el agua contra el paredón...
Me senté en una de las vallas de hormigón con una pintada que gritaba “AGUANTE EL DOQUE” y me prendí un cigarrillo (el primero del medio paquete diario que me habían autorizado)... En el banco de pórtland que había en frente, cuatro pendejas de cuarto o quinto año que se habían rateado y habían estado dándole besitos a una petaca de Old Smuggler, se reían a los gritos. Estaban medio borrachas y una, la mas sosegada, me miraba y sonreía de costado. Termine el pucho, le guiñe un ojo y me fui. Eran casi las tres de la tarde y brillaba el sol sobre mi Ciudad...

miércoles, 22 de agosto de 2007

“Quiero morir en la taberna en donde los vinos se hallan junto a la boca del moribundo y entonces los Coros Angélicos descenderán cantando: Que Dios sea clemente con el buen bebedor...” Himno de los Descontentos, Centro de Europa, Siglo XI

Estaba otra vez solo. Claro que había sido por decisión propia porque yo la deje ir y como no le di mas cabida que algún intenso franeleo, una linda mamada o uno rapidito y contra natura adentro de su auto, mas orientado a mi placer que al suyo propio, se fue.
Ahora estaba con Peque así que para mi era intocable porque ya lo dice la ley de Dios: “No codiciaras a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno” que yo había transformado en: “Codiciaras a todas las mujeres de todos tus prójimos, excepto a las feas y excepto cuando tus prójimos sean amigos cercanos que merezcan esa consideración”. En cuanto a su toro y a su asno, por mi, se los podían meter en el culo, si les cabían.
Peque me sondeada: “Estas bien?” y yo “Si, hombre”... Peque me conoce muy bien, pero no tiene ni idea de mis procesos mentales con respecto a las relaciones y a las mujeres... Me parece que cree que estoy caliente por su reciente relación con Marina, pero no se anima a decírmelo y, en ese sentido, es un salame, porque nada que ver: Me encanta que este con ella y creo que les va a ir muy bien.
Como para bajar un poco la tensión, me empieza a hablar de la fiesta de disfraces que hacen sus compañeros de la Facultad de Bellas Artes y a decirme que el va a ir solo porque Marina tiene que estudiar para el parcial de Anatomía y que solo no quiere ir y que le haga la segunda y bla, bla, bla... La verdad es que me siento medio viejo como para ir a una fiesta de disfraces pero es una excelente oportunidad para conocer gente nueva, con intereses distintos y para demostrarle a Peque que esta todo bien con el. Así quedamos, para el miércoles a la noche. Voy a clase de Química Biológica y esta suspendida, no se que mierda le paso a la profe y se traslada para el próximo lunes. Estoy al pedo y me voy a lo del Cejas a jugar al ajedrez, pero cuando llego estaba con Maru y el ambiente estaba mas que denso: Algún quilombo había habido entre el y el padre y nos fuimos a tomar algo a “Planeta Pirata”, en Ayacucho y 3 de febrero, en San Martín. Ahí estábamos, los tres, tomando una cerveza y veo entrar a La Maga con una amiga. Cuando me ve mira para otro lado pero se le transfigura la cara así que me levanto y me voy hasta su mesa a saludarla. Esta muy nerviosa y, en un alarde de irónica maldad, me pregunta como estaba Janis. Yo hace mas de un mes que no se nada de ella pero le dedico mi mejor sonrisa y le digo: “Muy bien, cada día mas linda... Como estas vos? Y...Como se llamaba? Andrés? Como anda?” Tuve que hacer un esfuerzo para no reírme de su expresión y su tartamudeado susurro (Touche!! pensé). De ser una mina hermosa paso a estar bastante desmejorada, mas gorda, con la cara hinchada, los ojos chicos y extraviados y el gesto soñoliento. En fin, es su vida y su historia: Que se joda. Yo al margen... Vuelvo con el Cejas y Maru y seguimos en lo nuestro, me cuentan un par de historias y yo otras de las mías, nos reímos mucho (es un fenómeno el Cejas, un AMIGO de esos, así, con mayúsculas y no se me ocurre mejor combinación para el que Maru) terminamos las cervezas y nos vamos. El Cejas quiere ir a “Pizza Boy” enfrente, pero yo había salido con dos de las camareras de ahí (Marina, la Rusa y Vero, la Colorada) casi simultáneamente y la historia entre ellas había acabado muy mal, así que encaramos otros rumbos.
Para cuando me dejaron en la esquina de casa yo ya estaba borracho como un marino Noruego y, hablando de nórdicos, se me ocurrió que por la hora que era mejor que dormir seria ir hasta Belgrano (desde Ballester!!!!) y pasar por “El Escandinavo” antes de que cierren. El remis me dejo en la puerta cuando estaban echando a los últimos borrachos y limpiando. Göran me sirvió un mezcal como para que se me pase el pedo, le hice un puchero a Romy y le dije que no tenia donde dormir... Me fui a su casa, pero ella estaba cansada y yo demasiado borracho como para tener sexo, nos dormimos desnudos y abrazados...
Me desperté como a las nueve, agarre el teléfono y avise en la Facu que estaba enfermo. Le pedí a Melisa que les avise a los de la Secretaria que los archivos estaban en orden y que tenían todo preparado para la reunión. Las actas las redactaba yo después.
-“Estas bien?”
y yo:
-“Si, bombón, un poco descompuesto, nomás... Mañana voy”
-“Bueno, que te mejores. Cuidate. Un beso”
Me pregunte que carajo quería decir toda esa franela telefónica y volví a la cama. Romy ronroneo y se empezó a frotar. Nos revolcamos... Muy rico, como siempre. La historia con ella siempre me intrigo, tuvimos nuestro momento de estar juntos, con todas las cuestiones que eso trae, los celos, las discusiones, las risas. No tengo del todo claro lo que ella siente por mi, es un hecho que me quiere, pero no logro ver de que modo me quiere, ni por que... En fin, son un misterio.
Pase todo el día con ella, cogimos mucho y nos reímos mas, es un ángel Romy, siempre me ayuda a olvidar, a no pensar mas de la cuenta.
El viernes, paso de largo: La misma oficina, la misma franela lejana con Melisa, las mismas cantidades industriales de café y la misma paja mental de todos. Fui a clase de Química Orgánica y a un seminario en Histología y Embriología y me encontré con Peque. Nos tomamos no se cuantos colectivos (no hay modo de lograr que Peque suba a un taxi) y llegamos al salón, solo para darnos cuenta que, por supuesto, no llevamos disfraces... Vieja y conocida estrategia, nos metimos en el baño, nos sacamos la ropa y nos la pusimos al revés. La fiesta no era un embole: Eran dos emboles... No se de que modo termino Peque enredado con esta gente. Hay como cuatro o cinco travestis que disfrazados estaban como en la vida diaria, me intereso una vaquerita, dos tipo Sarah Kay (que deben ser hermanas) y una Dominatrix con un cuerpo fabuloso, lencería de cuero, portaligas, un látigo en una mano y un consolador en la otra, pero tenia algo raro en la cara. Nadie me dio mucha cabida y, los pocos que lo hicieron parecían salidos del Hospital Borda, así que me dedique a la cerveza.
La Dominatrix (Julia) se me arrima e intenta hablar un poco, pero yo estoy algo hosco y medio en pedo ya, así que le digo: “Estoy con mi novia” y le señalo la botella de Quilmes que tengo al lado. Julia larga una carcajada tan linda que me dan ganas de que se quede, pero ya se fue. Pasa la fiesta, se acaba la cerveza, los únicos que siguen como locos y dando grititos de placer son los trabucos... A mi ya se me estaba pasando el mareo y Peque me presenta a las dos Sarah Kays (eran hermanas, nomás: Una de ellas (Mariana), que tenia mucha cara de orto, compañera de Peque) La otra, la menor (Gabriela), me mira raro y me dice:
-“Te pareces muchísimo a Javier Calamaro”
-“Eso es bueno o malo?”
-“Buenísimo: Amo a Javier Calamaro”
La miro mientras pienso “Esta pendeja tiene los ojos cariados” y no, no esta tan mal, es casi linda. Manoteo un pañuelo grande que uno de los trabas llevaba sobre los hombros como si fuera un chal y me lo ato en la cabeza, la miro, le digo: “Y ahora?” y le estampo un beso, pero ya eran las seis y media de la mañana, así que la cosa no pasa de unos buenos besos, algo de franela “exploratoria” y un papelito donde le pase mi teléfono (“llamame vos, si queres, que estas muy rica pero a mi me importa una mierda”, pensé) y me fui a casa a intentar dormir.
El viernes en la oficina estaba con el estomago hecho un lavarropas y la cabeza como una licuadora, no le di mucha bola a Melisa y ella, que ya conoce mis resacas, me lleno de café y pateo para mas tarde todas las llamadas que pudo. Entra y muy provocativa se apoya en el armario, me va a decir algo y suena el directo, atiendo con el speaker:
-“Secretaria...”
-“Hola, Tanito, habla Gaby...”
-“Quien?”
-“Gaby, la hermana de Mariana, de la fiesta de anoche... Te acordas?”
-“Ah, si... Dame un segundo...”
Pongo mute y le hago señas a Melisa de que me deje solo, me puso una cara de culo como pocas veces le he visto pero se va. Rarísimo, en líneas generales una mujer no te llama NUNCA hasta que no pase como mínimo tres días desde el primer encuentro. Quizás estoy envejeciendo y mis teorías ya no resultan aplicables... En fin: Quedamos en vernos en "Nastase", en Av. San Martín, a las siete y media (no estaba en condiciones de ir a clases) así que cole para uno de los baños nuevos de la Biblioteca y me afeite ahí y me lave un poco. En el espejo me veo muy mal, sesenta y ocho kilos no es un buen peso para mi mas de metro noventa de altura, el pelo lacio esta bien, la cara la tengo como si no hubiese dormido en meses (y es así, poco mas o menos), tengo unas ojeras que necesitaría un sutien para sostenerlas y estoy mas blanco que un papel. Feo ya era de antes, pero me veo muy demacrado, pálido, hundido... Después de todo: al que no le guste, que mire para otro lado...
Llego al bar un poco mas temprano, saludo a los cuatro vendedores que siempre están ahí, en la misma mesa, pido una cerveza y una ficha de pool y me pongo a jugar solo al Bola 8. Los vendedores y el subnormal que atiende la barra cuando no esta el dueño me miran raro, hablan entre ellos y me miran. Me estaba fijando si no tenia la bragueta abierta cuando llega Gaby y me parte la boca de un beso. La abrazo y veo que todo el bar vuelve a la normalidad. Me siento medio incomodo, creo que estos hijos de puta hacen apuestas para ver si me quedo solo o consigo otra mujer, así que me la llevo al entrepiso, que estaba vacío para estar mas tranquilos.
Gaby es mucho mas linda de lo que pensé y recordaba: Veintiún añitos, metro sesenta y cinco, caderona (culona, que le dicen), pechos no muy grandes pero tampoco chicos, ojos marrones, pelo castaño muy claro, casi rubio, lacio y largo hasta media espalda, buena cintura. No es tonta del todo, pero tampoco descolla por su inteligencia, medio inocente, romanticona: Una buena piba. Traía un pañuelo en la cabeza, lo señala y me dice: ”Te acordas?”... Y si, me acuerdo, si fue anoche... Salimos y los vendedores de la mesa hacían todo tipo de señas y morisquetas, se creen muy pistolas, pero son unos boludos, pase sin darles bola, pare un taxi y nos fuimos al telo de la calle Empedrado y la verdad es que fue toda una sorpresa. Pese a su tendencia al romanticismo, a su inexperiencia (había tenido solo dos novios y, según ella, ningún enrosque) y de su cara de ”niña buena” resulto estar de lo mas dispuesta y no es que hayamos hecho nada raro ni trasgresor, pero para un primer acercamiento, el usar la boca con maestría y cambiar magistralmente de posiciones, fue mucho mas de lo que esperaba... Muy lindo. Después del segundo, estábamos “fumando el de después” y a la luz tenue de la habitación veo que tiene varias cicatrices en las dos piernas y en un brazo, en la cara tenia otra. Muy bien cosidas, casi no se notaban... Un accidente. Me lo contó con una cara que me hizo pensar que lloraba en cualquier momento y ya me estaba desilusionando, pero mantuvo la compostura, así que fuimos por el tercero.
El sábado me llamo de nuevo y nos juntamos, pero yo no quería ir a "Nastase" otra vez, no daba para "Graff" y no quería llevarla a "El Escandinavo" todavía, así que terminamos yendo a “La Farola” de Villa del Parque, una pizzería que siempre me trajo recuerdos lindos... Comimos un poco, tomamos un poco de mas (sobre todo yo) y nos fuimos a un telo... Yo sabia que la flaca se estaba enganchando así que medio le explique que conmigo no podía estar del modo en que habitualmente están las parejas pero ella insistió en que nos conociéramos, que el resto después venia solo y lo dijo con tan inocente candidez que me dio risa... Cuando estábamos en el segundo, la di vuelta y de perrito la empecé a preparar para entrar por la puerta de servicio. No dijo nada cuando el dedo húmedo exploro la zona así que muy despacio, cambie de dirección y, mientras se la metía, la veía retorcerse como una anguila, pero no emitió ni un quejido... Paso la prueba: No es de las que le gusta pero, de ultima, se dejan. Por amor, por deseo de agradar, por curiosidad, porque lo ven como una promesa de continuidad o por el motivo que sea, lo permitió y sonrió satisfecha consigo misma cuando acabamos (acabe), se acostó al lado, me prendió un cigarrillo y me abrazo... Bien, muy bien...
Me gusto estar con ella, me gusto conocer por lo menos esa parte de su carácter, pero por necesidad de libertad, por el deseo de mantener el Status Quo, por no permitir que se enganche mas de la cuenta, o por lo que sea, le digo que el domingo no nos podemos ver y que el lunes tengo que darle una mano a Peque para un final de la Facu. Me hace un puchero, pero acepta el golpe. Me gusta la pendeja esta, me esta gustando...
El domingo, me voy solo a "El Escandinavo" y la paso entre amigos, como a las cuatro, cuando me estoy yendo, el Vaca me hace una seña hacia una mesa marcándome una flaca que me miraba con “esa cara” y me arrimo a la mesa como para disculparme, para dejarlo para otra vuelta... Evidentemente, era una mina muy olvidable porque ni me acuerdo del nombre, ni de cómo era, ni si me lo hizo bien o no... Lo único que me acuerdo es que tuvimos oral en el entrepiso de "El Escandinavo" y se lo trago... Y de ella nada mas, pero me acuerdo que Romy me hizo una especie de escena que no entendí del todo y que me fui a casa medio enojado con la vida y con el mundo.
El lunes, en la oficina, mucho trabajo, Melisa no estaba (tenia licencia por examen y por supuesto yo no me acorde que no venia), pero me escapo un rato para la oficina de Peque para desayunar en paz y ver que era lo que necesitaba para el final. Me tomo unos mates con el y Monio, nos reímos bastante y la verdad que por momentos envidio el “castigo” que hizo que Monio pasara de ser jefe de UNA oficina a jefe de ESA oficina alejada del ruido del Hall Central de la Facu y a rascarse bastante las bolas pero manteniendo el mismo cargo y sueldo... Quedamos en que después de la oficina Monio y yo lo acompañábamos a Bellas Artes acarreando un busto de yeso que pesaba un quintal, paños, pinturas, lienzos y veinte mil boludeces mas que le pedían para esa materia. Volví a mi oficina y me llamo Romy (que no me llama en la puta vida) para preguntarme no se que estupidez (O sea: Me llamo como para dejarme en claro que esta medio enojada conmigo pero que no importa, que esta todo bien igual). Cuando colgué me quede un rato dándole vueltas al asunto y sonó el teléfono. Gaby: "que como estas, que sabia por Mariana que tenían final esa noche, que si nos podemos ver mañana..." y yo: "que estoy bien, que que necesidad de que tu hermana te lo diga si ya te lo había dicho yo, que llamame mañana y vemos".
-“Te portaste bien el domingo?”
-“Ni mejor ni peor que otros fines de semana”
Por un momento me siento tentado de decirle que había estado con la piba esta en "El Escandinavo", pero me sujete a tiempo... En mi, la honestidad es una forma de locura: No puedo no decirle a una mina que estuve con otra, no se por que, simplemente no puedo... Y tampoco puedo evitar estar con otras, pero así esta planteado el juego desde un principio... En fin: Paradojas...
A la hora prevista, nos encontramos Monio, Peque y yo, cargamos toda la parafernalia que necesitaba (hubiese hecho falta un camión!!!) y tomamos la consabida e interminable combinación de colectivos hasta su facu (me cago en Peque y su manía anti-taxi!!!)... Mientras esperábamos los resultados, nos juntamos todos en un patio a fumar y a esperar que los llamen. Mariana, la hermana de Gaby, que seguía con la misma cara de orto que cuando la conocí también rendía y, en un aparte me dijo algo así como que ella cuidaba mucho de la gente que quería, que yo sabia muy bien que Gaby estaba a mil conmigo y que si la lastimaba me las iba a ver con ella... Me molesto bastante y le dije que el hecho de que a ella le faltara un buen enema de peceto y que por eso viviera amargada no le daba derecho a meterse en la vida de los demás, que ya éramos grandes y que no necesitábamos niñera y, por ultimo, que en lo que a mi tocaba podía ir y hacerse coger a maquina... Por supuesto puso mas cara de orto (si es que esto era posible) y se fue meneando el culo furiosa...
Peque, Mariana, Julia y otras tres compañeras aprobaron con diez ese final y decidimos ir a festejar a "El Escandinavo" (claro que Mariana y su cara de orto no vinieron). Göran estaba terminando una partida de ajedrez muy buena con Karnibal y Romy, cuando me vio, me dio un pico como para olvidar lo de la noche pasada: Todo estaba en orden...
Monio se sentía medio fuera de lugar y se fue, el resto nos quedamos tomando algo y boludeando. No recuerdo que hizo Peque, me acuerdo que Julia se me pegoteo un poco y, en un corte, Karnibal y el Vaca que estaban como locos me ponen algo en la mano... Una “piedrita”. Me extraño porque ellos saben muy bien que yo casi no fumo, solo cuando mi pareja de turno rompe las bolas mas de la cuenta y, como ya estaba medio “embebido”, me quede con la mano abierta mirándola y Julia empezó a decir cosas como que le encantaba coger fumada... A buen entendedor...
En el telo de enfrente, sobre Ciudad de la Paz, Julia se armo su canuto y se lo fumo, yo le di un par de secas nomás (lo mío no son las drogas) y después nos revolcamos... A julia le gustaba la jineteada y era de las que se tocan con un solo dedo mientras montan, te miran a los ojos cuando acaban y te limpian lamiéndote... Me encanto... Si tenia algo raro en la cara, una especie de hinchazón, como una cicatriz bulbosa, pero tenia un cuerpazo y sabia usarlo, arquearlo y retorcerlo... Dio cátedra. Las dos veces...
A la salida nos cruzamos con la gente del bar que estaba cerrando y Romy me miro con una cara que pensé que me mataba, pero se dio vuelta y se fue.
El martes, otra vez solo en la oficina, resacoso y trabajando. Sobre medio día suena el teléfono: Romy... Un planteo y una discusión fuera de lugar que no entendí y, como mi animo ya venia medio para la mierda le di el gusto y nos peleamos. Mal.
Media hora después todavía estaba masticando mi bronca, temblando de rabia, cuando me llama Gaby y la verdad que trate muy mal a la pobre pendeja y le conté que había estado con la tarada esa el domingo y con Julia anoche... Silencio. Y al rato, medio llorando: “Me hiciste mal, me hiciste mucho daño... Sabes que? En la vida todo se paga y cuando te toque pagar esta factura acordate de mi”. Sonó un golpe y después, solo el tono...
Fue profético, porque estaba pensando en ella y en lo mal que la trate, pensando en dejar de lado mi orgullo y llamarla para disculparme, cuando una hora después me desmaye. Me desperté en el Hospital Francés treinta y seis horas mas tarde conectado a un montón de maquinas...