martes, 22 de julio de 2008

“Los amantes no podían ni vivir ni morir el uno sin el otro. Separados, no era vida, ni tampoco muerte, sino vida y muerte a la vez." J. Bedier, Tristan e Isolda, XV.


Esperar en un café. Esperar. Últimamente se había convertido en una costumbre nada sana. Esperar a un amigo para desahogarme, esperar a una mujer para que me consuele. Esperar a Janis sabiendo que no iba a venir.
Una vez que si vino me dijo que no podíamos seguir juntos, que su familia no lo aceptaba y que no iba a aceptarlo nunca, que no tenia las fuerzas para luchar con su carrera, mi presencia en su vida y la continua batalla en su casa. Que me amaba pero que teníamos intereses distintos (¿?), que siguiéramos como antes...
Días después, en otro café volvió a venir: “Que no puedo vivir sin vos, que te extraño, que te llame a todos los teléfonos, te busque en todos los bares y no estabas... “(¿?)
No dejan de sorprenderme, nunca termino de aprender sobre ellas (pero debo decir que el costo era demasiado alto: Mi salud mental, ya de por si bastante deteriorada, y mi vida, peligraban demasiado con este aprendizaje).
La odie... El tema de los corazoncitos fucsia en su agenda me quemaba como un ácido, pero no podía decírselo... No se por que, pero no podía hablar de esto con ella; y ahora, esta cobardía suya, este dejarme solo en la estacada...
Estaba MUY enojado con ella y quise vengarme, como con La Maga, pero no sirvió. Fuimos a un telo de Av. Marquez (el “Colt”) un domingo a las tres de la tarde. Pasamos por todas las posiciones del Kama Sutra y del Ananga Ranga, la use como a un Efestion, como a un pederasta cualquiera, hice que se tragara mi semilla, la embadurné por completo con mi prole sin germinar, la cabalgue como a un caballo desbocado, permití que me monte como en un rodeo, la lamí por completo hasta el nacimiento del pelo. Salimos a las diez y media de la noche... Le encanto: Estaba feliz como una Susanita el día de su casamiento.
Pero no sirvió de nada. Ella me necesitaba de un modo físico solamente. Socialmente yo tenia vedados casi todos los ámbitos que frecuentaba (ni hablemos del familiar). Unas pocas veces me pidió que la acompañara a distintas reuniones, pero solo aquellas en donde mi presencia hacia juego con su ropa: Una obra de teatro under, algún recital de rock, unos pocos cumpleaños de amistades con intereses similares a los míos. En el resto de su vida, yo desentonaba, estaba fuera de lugar como chupete en el culo. Sencillamente: No le alcanzaba el amor.
El día que me pidió que me vaya, estaba solo en un café esperando a Chuck, escribiendo y dibujando. El me contuvo, me contó algo de su vida que guardaba similitudes con mi situación, pero en su caso el final había sido feliz.
Un día gris, de esos que tiene Buenos Aires en invierno durante el “veranito de San Juan”: Mucho calor y con una garúa finita y persistente. Estaba envuelto en una neblina de nostalgias y decidí tomar el tren. En la estación, mientras esperaba, me quede fascinado con una piba que bailaba sola arriba de unos escombros, empapada, loca perdida, de alcohol, merca o amor. Escuchaba la música que salía por el altoparlante y bailaba sola en precario equilibrio sobre unos ladrillos, debajo del chorrito de agua que caía por desagüe del techo del anden, cantando mal pero con un sentimiento visceral entre la gente que pasaba alrededor sin mirarla, indiferentes a su locura... Perdí dos trenes mirándola estupidizado, perdido entre los pezones rosados que se translucían de su remera blanca y pensando: “yo necesito algo así, alguien a quien no le importe una mierda de nada ni de nadie, alguien loco, en su propia nube de pedo, indiferente a la indiferencia y a lo que puedan decir u opinar y...”
Me estaba mirando. Levante la vista de sus pechos y me clavo esos ojos alucinados y... Me escape como rata por tirante, subí al tren que acababa de llegar y vi por la ventanilla que me seguía mirando, ya sin bailar, sin cantar. Solo parada ahí, mirándome como a través mío... Debería haberme quedado, intentar un acercamiento... Pero me fui.
Dos días después, en este café, esperando a Janis que me había vuelto a llamar y temblando de incertidumbre, con los nervios destrozados de no saber que iba a pasar, con que carajo iba a salir después.
Llego contenta, me beso, charlamos, nos reímos, tomamos cerveza. Era maravilloso: Todo estaba en orden, todo volvía a ser como antes. Estábamos relajados, felices, riéndonos a carcajadas, besándonos entre sorbo y sorbo, entre las colillas de los cigarrillos y salimos a la calle abrazándonos fuerte por el frío de la noche que empezaba a caer, mas enamorados que nunca. No pudimos esperar, muertos de deseo, empezamos en el asiento de atrás del remis, con el chofer mirando por el espejo retrovisor, sin que nos importe una mierda la calentura del pobre tipo y, en el telo, nos tomamos todo el tiempo del mundo, nos perdimos entre caricias y besos y abrazos y cogimos muchas veces, de muchas formas... Hasta el otro día en que nos subimos flotando al remis que por algún raro sortilegio de los Dioses o del Destino era el mismo que nos había traído, con el mismo chofer que seguía con la lengua afuera.
Antes de dejarla en su casa nos besamos como nunca nos habíamos besado antes y... Me dijo que estaba muy enamorada, que no podía manejar esos sentimientos, que me amaba tanto, tanto que había sido la ultima vez, que no la obligara a elegir entre su familia y yo y que ya no íbamos a estar juntos, que era mejor que no nos viéramos mas por lo menos por un tiempo la puta madre que la parió.
Ya era de día y camine solo hasta la estación de tren, buscando a la loca, a la que bailaba sola y alucinada bajo la llovizna y que, por supuesto, no estaba. Y no llovía, brillaba el sol... Pero yo tenia el alma llena de nubarrones.

lunes, 7 de julio de 2008

"Amar es vivir y morir por una apuesta maldita que hacemos sobre lo que pasa en el alma del otro." Antiguo proverbio


Estuvieron enamorados alguna vez? Dicen los que saben que a todos nos pasa, por lo menos una vez en la vida y que ese amor, EL AMOR que se siente por esa persona, ya no vuelve a sentirse; por lo menos no en ese grado de pureza... Pero a mi ya me estaba pareciendo otra cosa, me estaba pareciendo que “los que saben” no saben un carajo en realidad, y que todas esas historias sobre “EL” amor de su vida eran historias no concretadas, una crónica de frustraciones y nostalgias...
Todos, o por lo menos la gran mayoría, cuando te hablan del amor de su vida no están hablando de su pareja sino de una relación rota de la que recuerdan solo fragmentos, solo las cosas lindas y siempre fue una relación que se deshizo por culpa de alguien mas...
Pero es mentira: En una pareja las cosas se realizan o no se realizan de acuerdo a las ganas y la voluntad de las partes: El resto del mundo no tiene un carajo que ver ni que opinar...
Resulta que al final yo soy exactamente igual que todos los demás: No soy especial, no tengo nada en mi fuera de lo común: Resulta que tengo dos brazos, dos piernas, dos ojos (bien bonitos, por cierto), un pito (de tamaño medio, nomás) y sangro como cualquier otro. Puedo ser engañado como cualquiera y puedo sufrir igual que el resto, puedo crear castillos en el aire como todos y venderme y comprarme cuantas fábulas felices se me canten...
Y eso fue exactamente lo que me paso: Arme un producto, lo desarrolle, me lo vendí a mi mismo y lo compre sobrevaluado, pero feliz de pagar el precio y conciente que era carísimo, me sumergí en una deuda con mi propia vida que aun hoy no termino de pagar: JANIS...

Al final ella tampoco le dijo nada a su familia, de eso se encargo su ahora ex-novio aunque mucha falta no hacia: La madre será una Urraca pero de boluda no tiene un pelo.
Si bien era común que yo fuera a su casa y me encerrara con ella en su habitación o salieramos juntos unas horas a boludear por ahi, algo se olía: Empezó por no pasarle mis llamados y por sospechar que todas esas rosas anónimas que recibía (y que Janis colgaba cabeza abajo para secar y conservar logrando únicamente llenar su pieza de pulgones y del olor dulzón a flores pasadas típico de las Salas Velatorias) tenían como remitente a este pobre Sapo que por una vez en su vida quiso hacer las cosas como se supone que deben ser hechas e hizo todo lo que se supone que un buen novio debe hacer.
El ex apareció por su casa un día cualquiera con un frasco de miel (el tipo estaba al pedo así que jugaba al Apicultor) en un horario absurdo en que era imposible que Janis estuviese y se lo regalo a la madre diciéndole que era triste, que era una lastima, pero que las cosas entre ellos no habían funcionado y que Janis se había enamorado de su mejor amigo (¿?), pero que en virtud de los años transcurridos y el aprecio que le tenia (el muy hijo de puta hablaba pestes de su suegra hasta hace unos días) le regalaba ese frasco de miel, fruto de su primera cosecha y del sudor de su frente, que había reservado cuidadosamente para cuando llegara el primer hijo que ya no vendría... Si mi “suegra potencial” me odiaba antes, imaginen ahora... Imagínense a las Urracas, a las madres de Janis, de Nun, de La Maga y del Lobo, reunidas en franco aquelarre con el meñique arqueado sobre las tazas de te y los scones de mierda que hornearon para la ocasión. Hablando de mi... De mi!!! De mi, que no quería otra cosa que ser aceptado, que pasar desapercibido, un árbol mas en el bosque...
Me entere de todo esto por boca de Janis , con la que me seguía viendo a escondidas y estábamos medio juntos medio separados: Ella había empezado las clases, el ultimo tranco que le faltaba para ser una profesional, en la UADE, y me esperaba en la parada del colectivo a las ocho menos cuarto, subía y nos íbamos juntos hasta mi oficina... Un par de veces nos bajamos y echábamos uno rapidito en el Campus (una de las veces nos agarro un custodio en pleno coginche dentro de un quincho abandonado, pero el tipo me reconoció y me debía un par de favores así que la cosa no paso a mayores).
Ella estaba rara, distante, me volvía loco: Un día me llamaba dieciocho o veinte veces y me decía que me amaba, que no podía vivir sin mi. Al otro, desaparecía y, cuando yo la llamaba me decía que necesitaba aire, espacio, que extrañaba al novio, que cinco años era mucho tiempo...
Me paso algo espantoso por aquellos días: La Directora de la Biblioteca (la oficina para la que yo trabajaba en la Facultad) era también Secretaria Adjunta de ABGRA(*) y necesitaba alguien eficaz, eficiente y de confianza para una convención que organizaban en la Feria del Libro y me ofreció el trabajo a mi. Duraba algo mas de una semana, muy buena plata y yo, que siempre estaba a la pesca de algo que me permitiera mejorar mi situación para ser uno mas del montón acepte encantado. Había que ir de traje y bien presentado y no fue hasta ese momento que Janis me pidió que la acompañe un día cualquiera hasta la UADE: Quería mostrarme... Me convirtió en un accesorio de moda, como una cartera, una gargantilla o una pañoleta. Casi vomito del asco...
En el medio, uno de los días en que ella desaparecía, la llame y me atendió la madre: Me trato muy mal y, antes de que pudiera decirle nada, colgó el teléfono. Pasaron unas horas y no me llamaba así que decidí ir hasta su casa... Volvió a atenderme la madre, me dijo cosas horribles, me insulto, me puteo y me carajeo de un modo que nunca hubiera esperado, pego un portazo y me dejo temblando de furia y estupor en la vereda...
La Feria del Libro ya terminaba y estábamos comiendo en una pizzería de Villa Urquiza, cuando Janis me dijo que se iba el fin de semana largo (Semana Santa) a Mar del Plata con el ex novio, que tenían el departamento alquilado desde antes de lo de Necochea y que no quería perder la seña y la puta madre que la parió... Me dejo echo una masa informe de mierda pero no había modo de evitarlo, así que pague la cuenta de la pizzería y me la lleve al telo que esta frente a la estación Colegiales decidido a darle la mejor fiesta de su vida: Si me iba a cagar, que no fuera por abstinencia... Y, en lo que se refiere a fiestas, se la di: Entramos a las once y media de la noche, salimos a las cuatro de la mañana... La bese en la esquina de su casa y la mire: Esos ojos... Esos ojos marrones (no azules, no verdes, no grises... Marrones: Un par de ojos del montón pero dulces como pocos he visto) me miraron mas que enamorados y pude volver a respirar: Ella me amaba o, por lo menos, me quería y me dieron una sensación de seguridad que el tiempo demostraría ser mas falsa que billete de tres pesos.
Ni falta hace decir que se fue a la costa con el salame... Era demasiado decidida como para hacer nada al respecto y yo... Bueno: Yo odio rogar...
Cuando volvió, un domingo a la noche me llamo, no dejo pasar el tiempo y me llamo y eso me dio mas esperanzas (aunque este Sapo sabe mas que bien que la esperanza es la paciencia de los imbeciles)... Quedamos en vernos al otro día a la noche en un Pizza Libre de San Martín para cenar.
El lunes se hizo interminable pero paso, y me junte con Janis en la pizzería. Comimos, tomamos cerveza, nos reímos un poco, hablamos... Ella me dijo que era parte del proceso, del luto, que cinco años y pico, que no había pasado nada y bla, bla, bla y empezó a toquetearme por debajo de la mesa cada vez que la camarera se acercaba a preguntar si necesitábamos algo mas... Yo le creí una parte y el resto no, pero supongo que, de algún modo, NECESITABA creerle. En un momento ella fue al baño y yo agarre su agenda para escribirle algo lindo o hacerle un dibujo, para desinflar un poco la montaña de tensión que había entre nosotros y, entonces, lo supe...
Algo tengo que decirles acerca de Janis: Era mi mejor amiga, casi mi hermana. Yo sabia TODO acerca de ella y era la mente mas estructurada y mas organizada que puedan imaginarse. Yo sabia que desde su primera relación anotaba cuidadosamente en fichas el día, la hora y con quien. El ritmo de vida hacia que lo consignara en su agenda con unos simpáticos corazoncitos color fucsia con la inicial del afortunado hijo de puta en el medio para no olvidarse y después pasarlo a una ficha Nº 3. Bueno, además de las múltiples “T” de enero a esta parte (por que cogiamos como animales en celo) había unas cuantas mas recorriendo el alfabeto.
Pedí otra cerveza y la cuenta. Yo le podía perdonar las “R”, las “J”, las “H” y las “G”, pero no podía perdonarle las “JI”... En otra época de mi vida yo hubiera podido pesar la enorme cantidad de anotaciones que me correspondían contra las pocas, poquísimas, que les tocaban al resto, pero ahora no... Lo que no le podía perdonar era la mentira y acaba de mentirme descaradamente. Por un momento pensé en pagar la cuenta e irme a la mierda para no volver a verla nunca mas, pero decidí quedarme y hacerle saber que YO SABIA.
Cuando volvió del baño pague y salimos, hacia un frío de re-cagarse y yo, como siempre, andaba sin un mango. Quise decírselo, les juro que quise decirle que ya sabia todo, pero estaba tan linda que no pude y terminamos cogiendo en el zaguán de una casa cualquiera frente al Comando Radioeléctrico de San Martín y, mientras se la metía, así de parados, me puse a llorar. No se por que, pero si antes me sentía desgraciado en ese momento solo podía pensar en una gillette mordiéndome las muñecas.
Caminamos unas cuadras mas y en la esquina de su casa (yo no podía acompañarla hasta la puerta) se lo iba a decir y... Tampoco pude. Cogimos otra vez, de parados nomás, contra el tronco de un árbol en la vereda. Me beso y se fue a dormir y me dejo ahí, tirado, sin nada, mas pobre que una laucha. Pobre de amor, de afecto, de aceptación y cariño. Huérfano de caricias...
Perdí todo por ella, lo poco que tenia y que me había costado años conseguir... Mire para adentro, me estudie cuidadosamente a mi mismo y la puta madre que la parió: Todavía la quería...


(*)ABGRA: Asociación de Bibliotecarios Graduados de la Republica Argentina