viernes, 21 de septiembre de 2007

"Di la verdad y... Corre!!!" Antiguo proverbio Polaco

Andaba necesitando una mujer, supongo que fue por eso. La Maga y yo habíamos terminado, esta vez para siempre. Ella se había conseguido un novio mas acorde a lo que sus padres exigían y aceptaban. Yo lo sabia desde hacia mucho tiempo, casi desde que empezaron, pero había estado esperando que ella se armara de coraje y me lo dijera. Por fin lo hizo, la madrugada del veinticinco de diciembre (Como siempre, doble regalo: Papa Noel y cumpleaños), cuando salimos de la casa de Aníbal, me lo dijo llorando y nos fuimos a un telo. De despedida... Anduve mordiendo mi rabia un tiempo aunque no entendía porque me cayo tan mal si hacia mas de tres meses que lo sabia.
En fin, la cosa que ahí estábamos, en Graff-Zeppelin con el Cejas, el Tostau y Aníbal, medios borrachos ya, cuando Verónica paso sus impresionantes ciento treinta de busto por adelante nuestro.
Debo haberle dicho algo y ella debe haberme contestado porque, de algún modo, termine sentado en la mesa que compartía con dos amigas tomando cerveza negra. Mientras hablaba con las otras dos (a ella cero bola, como corresponde al arte de provocar interés) veía sus ojos verdes mirándome. Unos veintiséis años. Mejor: estoy harto de pendejas.
La charla era de lo mas insulsa, ella creía en la astrología, los horóscopos y demás boludeces. Le sorprendió que yo no tuviera ni idea de a que signo pertenecía ni me importara y medio se ofendió cuando se dio cuenta que mientras me explicaba sobre mi año zodiacal yo tenia la mirada perdida en su escote que no era para nada esotérico.
Los míos se fueron, sus amigas también. Pelo largo, ondulado, rubio cobrizo, casi rojo, piel muy blanca, como de noctámbula. Hablamos un poco: Viuda hace seis meses (un accidente de moto), vivía sola, triste. Cuerpo fabuloso, cocainómana, estudiante de psicología, residente ad-honorem del Hospital Neuropsiquiatrico Moyano. Facciones angulosas, muy europeas. Nos besamos, dealer para pagar el alquiler, el marido se había matado por andar como un endemoniado en una moto con mas cilindradas que su numero de documento, duro como paquete de pastillas.
No le importo que yo fuera un careta, que no consumiera mas drogas que un buen Malbec o un poco de cerveza. Pague y salimos. Mas besos. Pañuelo en la cabeza con una constelación entera de soles, lunas y planetas astrológicos. Dos cuadras. Vivía a la vuelta del bar, en la parte mas linda del Palomar de Caseros.
Segundo piso. Prendió TODAS las luces, absolutamente todas
- Desde lo de Fabián, no soporto la oscuridad - dijo y se metió en el baño.
Apague las luces, no por romanticismo sino por espíritu de contradicción. Prendí un cigarrillo y me senté en la oscuridad, en bolas, a fumar y a esperarla.
Se puso histérica, grito, me puteo, lloro y hubo que contemporizar y prender el televisor y mimarla y acariciarla y morderla. Le gustaba de perrito igual que a mi, pero era una ninfomana. O por ahí la viudez la tenia demasiado abandonada cuando era una mujer para ser amada, acariciada, mimada todo el tiempo, todos los días, a cada rato... Fue muy lindo. Y muy triste. Como ciertos animales mitológicos de los que no voy a hablar aquí: No estábamos juntos, solo cerca.
Tuve que hacer un esfuerzo desmedido para estar a la altura, pero a mi también me hacia falta: La Maga nunca fue muy participativa...
Nos seguimos viendo tres o cuatro semanas: Me compraba cerveza y cigarrillos (odio que hagan eso), venia a buscarme a la oficina y pasábamos largas tardes tomando cerveza negra y hablando, riendo muy poco, cada uno concentrado en su propio dolor. Las noches las pasábamos en su casa.
No se que paso, pero ella empezó a necesitarme, a reclamarme los llamados, las pocas noches que pasaba fuera. No entendía mi necesidad de estar solo, libre, de caminar al pedo por la ciudad pateando cascotes, pensando, o de sentarme solo en un bar a ver pasar la gente y la vida. Yo sentía que cada vez mas parecíamos un matrimonio y no estaba bien, venia de un muy mal rollo. Un día hablamos y me lo dijo: Ella estaba muerta desde hacia tiempo. Y lo sabia. Lo sabia tan bien que me hizo participe de su muerte: Yo me estaba convirtiendo en su excusa para seguir viviendo. Paradójico: Si me quedaba con ella, ella vivía y yo moría y mi muerte la revivía, muriendo de a poco su vida tenia razón de ser vivida... Por lo menos por ese día. Y el otro. Y el siguiente... (La verdad: Me cago en Freud)
Yo no quería jugar ese papel, no me interesaba ser mártir ni héroe de la vida ni de la muerte de nadie, pero Vero machacaba el tema y me quemaba el cerebro con eso y lo único que lograba era que yo quisiera alejarme cada vez mas de sus sermones.
Una tarde me había juntado con Chuck en el bar del pianito (Bar “Gloria”) frente al Hospital Castex o Eva Perón, como prefieran, en San Martín; medio escapándome de Vero. Este era a un bar que yo evitaba mucho desde lo de Meche, porque ahí si que me sentía una porquería de ser humano, una montañita de mierda.
Chuck y yo hablamos mucho esa tarde y tomamos mucho también. A veces nos cortábamos solos del resto y hablábamos de nuestras cosas. Tuve siempre marcada preferencia por su compañía y por su charla igual que con el Cejas (sin despreciar a los demás) y me gusta pensar que a ellos les pasaba lo mismo conmigo. Cuando se fue, me quede tomando otra cerveza, evocando a Meche, las noches que me había apoyado, que había apuntalado el dolor que me causaba la Maga y su familia y decidí tomar otra, solo para recordar. Llame a casa para avisar que iba a llegar tarde y ahí me entere que Cromosoma47 (el novio de mi prima, ya imaginaran por que lo llamo así) había atropellado a un pobre infeliz en bicicleta y estaban todos en el Castex. Cruce la Ruta 8 y entre a la Guardia, haciendo de memoria un recorrido que me odiaba por haber echado a perder. El pendejo estaba bien, no había pasado del susto y unos raspones, el que no estaba bien era Cromosoma47 que en vos muy alta vociferaba cosas como: “Dios quiera que no me arme quilombo, ni me ponga un abogado por andar en el auto sin anteojos” (Mr. Magoo era Argos al lado de este pibe). En fin, salude y me estaba yendo cuando en la escalera me encuentro con Chechu. Lo de siempre: “Que como andas? Tanto tiempo, que hace mil que no se nada de vos, que como andan tus cosas?”
Chechu merece una referencia externa al quilombo que estoy narrando: Compañera de banco de Janis en el secundario, no se como mierda termino enredada en nuestro grupo, Nun se había hecho amiga de ella, Chuck se la quería voltear, yo sin saber esto ultimo empecé a salir con ella. Por algún motivo los únicos molestos con esa relación fueron Nun y Janis y nunca voy a entender por que. Al margen de eso, Chechu y yo salimos unos meses hace siglos y no nos volvimos a ver. No habíamos cogido, pero habíamos hecho TODO lo demás. Tenia a la madre internada y no se como nos terminamos besando en el descanso de la escalera. Estaba muy linda, se había cortado el largo pelo oscuro y lo llevaba lacio muy corto, con esas melenitas tipo Carre. Ella era mas alta que Vero, me llegaba mas o menos al hombro y también tenia la piel muy blanca. No tenia esas tetazas pero tenia muy buen culo y cintura, las facciones eran distintas, tenia la cara mas redonda. Dos palabras y al telo. Bien, no tanto como me estaba mal acostumbrando con Vero, pero lindo. No usaba la boca. Después del segundo, pedimos unas latas de cerveza y estábamos fumando un cigarrillo y me pregunto:
-Estas con alguien?
-Si. Y vos?
-No-
medio puchereando, en vos muy baja -nooo... Yo pensé...
-Que pensaste? Que íbamos a volver? Por que pensaste eso?
-No se, yo creía...
Me dio bronca: Ahora se acuerda de preguntar? Que esperaba que hiciera? Que le mienta como hacen todos? La empecé a besar, le fui explicando que no quería estar con nadie ahora, tampoco con Vero, que todavía me dolían algunas cosas y ella seguía medio llorando, medio sorbiéndose los mocos, boca abajo, con la cara escondida en el hueco del codo. La seguí mimando, le di unos mordisquitos entre los omoplatos, en los hombros, en el cuello y empezamos. Levanto la cola y le metí el pulgar entero en el culo. Suspiro, así que la saque y la metí de nuevo pero por el otro lado:
-Des-pa-cio, des-pa-cio...- decía con un susurro entrecortado
Yo estaba como loco y seguí, seguí, seguí, seguí hasta que acabe. Prendí dos cigarrillos y le pase uno. Me lo saco de un manotazo y me dijo:
-SOS UN HIJO DE PUTA!!!- grito, pero sonreía -Sos un hijo de puta...
-Decime algo que no sepa.
Salimos a pie y en la esquina pedí un remis para ella. Nos besamos.
-Llamame, si?
-Si, ya veo. No se. Veremos...

Me fui a casa y, como de costumbre, no pude dormir. Fui a la oficina y trabaje todo el día. A la salida estaba Vero esperándome. Empezó a reclamarme que no había ido “a casa” (¿?) a dormir y la corte en seco, le conté sobre el accidente de Cromosoma47 y como había ido al Hospital, me había encontrado con Chechu y había terminado con ella en un telo. Se quedo callada mirándome con los ojos húmedos de lagrimas que no desbordaban, que temblaban justo en el lagrimal. Me escupió la cara, me dio un sopapo como para matar a un buey y se fue corriendo. La deje ir...
En el bar de Av. San Martín y Chorroarin pedí una cerveza y mire alrededor: Era una linda tarde de verano... Y sonrei: Por una vez, estaba del otro lado del dolor.

lunes, 17 de septiembre de 2007

“Sólo esa vez, excentrado como un matador mítico para quien matar es devolver el toro al mar y el mar al cielo, vejó a la Maga en una larga noche en la que poco hablaron luego, la hizo Pasifae, la dobló y la usó como un adolescente, la conoció y le exigió las servidumbres de la más triste puta, la magnificó a constelación, la tuvo entre los brazos oliendo a sangre, le hizo beber el semen que corre por la boca como el desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se la alzó hasta la cara para untarla de sí misma en esa última operación de conocimiento que sólo el hombre puede dar a la mujer” Rayuela, Julio Cortazar


Estaba mal. Me sentía usado, pisoteado, traicionado. Yo sabia que La Maga estaba con otro tipo, un salame que había conocido en el gimnasio, pero después de casi tres años de relación esperaba que, por lo menos, me lo dijera ella. No le dije que yo sabia, la deje decidirse aunque sabia que era una batalla perdida de antemano.
Necesitaba hablar con alguien, desahogarme un poco. Fui a buscar a Chuck a su casa y no estaba. Nun, su hermana y también mi amiga, me convido unos mates. Nos une un profundo cariño, pero nuestra amistad se había desdibujado por los meses en que (siglos atrás) éramos algo mas que amigos y la paranoia de sus padres me destrozo la vida parejito, así que no quise enchastrarla. Siempre pensé que, en el fondo, ella cree seguir enamorada de mi, pero también se que nunca lo estuvo: Nunca hay que subestimar el poder de la decepción, de lo que ellas creen rechazo. Hablamos dos boludeces, tome tres mates y me estaba yendo cuando llego Janis, mi amiga, mas que mi amiga, mi hermana, mi otra mitad, mi costado femenino.
Nos conocemos hace algo mas de seis años y siempre tuvimos entre nosotros algo especial: Nos entendíamos. No hacia falta hablar, simplemente sabíamos lo que le pasaba al otro. Cuando no estaban su novio o La Maga presentes me saludaba besándome suavecito en los labios (un pico que no tenia nada de sexual y mucho de afecto) y le gustaba enroscar mi pelo largo en los dedos de su mano mientras me hablaba de sus cosas o mientras me escuchaba hablar a mi. En cuanto llego y me vio, le cambio la cara, me abrazo y se me pego: Como siempre, se había dado cuenta de que algo me pasaba y, con cualquier excusa me pidió que la acompañe a su casa a buscar unas fotos o no se que mierda. Menos de dos cuadras.
-Que te pasa?
-Nada, Janis... Ando medio mal, pero no es nada
-Es por La Maga, no?
-Que sabes vos de La Maga?
-Nada, pero se de vos...
Me cago, como siempre, me saco la ficha con solo mirarme; pero, en definitiva, a eso había ido: para hablar, para desahogarme. Le empecé a contar medio vuelteando porque La Maga y ella también son amigas o compañeras o algo así y yo no sabia que tan profunda era esa relación. Toda una sorpresa:
-Que no es una mina para vos, que no es buena, que te mereces algo mejor, alguien que te entienda, que te conozca...
-Si -
pensé yo- y en lo posible: Que sea huérfana.
Llegamos a la casa y el larva del novio estaba ahí, mirando la tele, que creo que era la única actividad física que le gustaba (y pensar que nosotros los presentamos hace casi cinco años y desde ahí que están juntos). La madre de Janis me saluda, cortes pero distante, como de costumbre (otra mujer que no entiendo: Lloro emocionada cuando me recibí en la nocturna pero era parte de la Cofradía de las Urracas. Amiga de la madre de Nun, me destrozo junto con ella cuando el Lobo vino en pedo de una reunión en el Centro Montañista y vomito en su cocina. Yo los ayude a limpiar y ellos sabían que yo había estado ahí toda la noche, con los otros, mirando un partido de la Selección, que no estaba con el Lobo, pero le dijeron a la madre que yo lo había emborrachado... Por que? Nunca voy a saberlo).
Volvimos afuera, hacia la casa de Nun, caminando en silencio y en la puerta, Janis me mira y me dice:
-Sabes que acá estoy... Para lo que necesites y cuando quieras, acá estoy...
Le estoy por responder y me da un beso como los de siempre, pero me muerde el labio, despacito, pero me lo muerde y, antes de que pueda reaccionar, se metió adentro y me dejo en la vereda regulando.
Encare para lo de La Maga re caliente, dispuesto a gritarle la verdad, “mi” verdad, a darle el gusto a los padres y desaparecer de sus vidas de una vez y, en la esquina, me encuentro con Chuck que volvía de la facu. Lo abrace como pocas veces abrace a nadie y nos fuimos a tomar un café al bar de Ruta 8 y Tres de Febrero.
No se que me paso, no podía contarle. Cada vez que quería empezar el tema se me formaba como una bola de algodón en el garguero y no podía hablar. Chuck me conoce desde siempre y desvió el tema, me ayudo a su manera, sabiendo que algo me pasaba pero que si no se lo podía contar, lo mejor era distraerme, hacer que no pensara en eso y empezó a contarme un montón de historias “sucias” que había escuchado en su trabajo como para cagarse de risa. Dejamos el café y pedimos una picada con cerveza negra (“Quilmes Bock”, la reina de las birras) y seguimos, meta risa y jolgorio, hasta que oscurecio. Nos despedimos y mientras esperaba el 670 (colectivo de mierda si es que existen) cambie de idea y volví al camino hacia la casa de La Maga.
Todavía no se acostaban y yo, que estaba mal pero relajado, no le pregunte a ella sino a la madre si nos permitía salir un rato.
En “Prielo” le hice unos mimos, la adule, la acaricie y la bese hasta que, con un guiño, la pude subir a un remis rumbo a los telos que hay en Ruta 8 y Av. Márquez. Era de despedida y el agraviado era yo, así que me importo una mierda lo que pudiera sentir ella. No perdone un orificio de su cuerpo, no deje un rincón por explorar. La enchastre y embadurne de las peores maneras que puedan imaginarse y juro ante los Dioses que sus frígidas humedades tenían el dulce sabor de la venganza, que sus quejidos, cuando se retorcía boca abajo, y sus sollozos de dolor y de injuria cada vez que yo acababa sonaban a mis oídos como la marcha triunfal del ejercito conquistador entrando a la ciudad rendida.
Se acabo el turno del telo y seguimos medio turno mas. Mientras nos vestíamos se lo tire:
-No tenes nada que decirme?
-Si, es re tarde: Mi vieja me mata...
Me dio un ataque de risa: Estaba tirando a la mierda una relación de casi tres años por una calentura con un boludo mas cercano al modelo que le imponían sus padres, apenas podía caminar por los ardores en distintas partes de su anatomía y su única preocupación era lo que pudiera decir su madre respecto al horario. Nada que hacer: El que duerme con chicos amanece meado. Eso pasa por enamorarse de pendejas.
No le dije nada, no deje que supiera que yo sabia. Pedí un remis pero no la lleve a su casa como hacia siempre, me baje en la mia, que estaba de paso y la deje volver sola.
Pase las horas que quedaban de la noche con los ojos abiertos, en la oscuridad, fumando sin parar, quemándome los dedos con las colillas y la cabeza con los pensamientos; y me fui sin dormir a la oficina.
En la facu estábamos de huelga hacia mas de seis días, cumpliendo horario pero sin trabajar así que todo el campus era un carnaval: Conservo una foto de esos días, increíble por lo irónica, donde veinte empleados estamos comiendo un asado y tomando vino, sentados a la mesa al lado de una parrilla rebosante de carne y, de fondo, apoyada contra un árbol se lee en la pancarta “AUMENTO YA! EL HAMBRE NO TIENE PACIENCIA!”
Yo seguía de muy mal humor y no tenia ganas de ir afuera, al parque, a tomar mate y a boludear con los demás y como había que dejar una guardia mínima me quede en la oficina. Empecé a escribir, tratando de purgar mis demonios, de descargarme para poder estar un poco mas tranquilo y entra Adriana y se sienta en mi escritorio.
Ella trabaja hace un año en Atención al Publico de esta Dirección, tiene dos hijos, separada, veinticinco años y es bien gallega: Petisa, metro sesenta escaso, morocha, pelo corto, ojos oscuros, grandotes, del tipo árabe, muy buena cintura y con un culazo increíble. No le di bola, pero ella igual se quedo y empezó a cebar mate mientras yo escribía. Yo evitaba hacer contacto pero sabia que me miraba, no era boluda y me había pescado varias veces mirándole el culo cuando acomodaba los libros en las estanterías superiores. Me paso un mate y cuando lo agarre no lo soltó, se quedo así, con mi mano agarrando la suya y el mate y mirándome con esa humedad en los ojos...
En la Sala de Profesores empezamos a besarnos, a tocarnos, a franelearnos, a lamernos. Saque la billetera para darme cuenta que después de lo de anoche no me quedaba ni un puto forro, me quería matar, pero fue mejor, porque de a poco empezaron a volver a la oficina el resto de los empleados y no hubiera sido nada gracioso que nos agarraran cogiendo en el sofá.
A la tarde, cuando empezó a oscurecer, encare para Av. San Martín y siento que me chistan: Adriana. Caminamos juntos sin hablar y casi en la esquina, fui al kiosco a comprar cigarrillos y una caja de forros, la agarre de la mano y la hice entrar por el lado de Microbiología y ahí, detrás de un cerco de grateus empezamos de nuevo, me puse un forro y me monto: Hacia mucho que no me sentía tan vivo y sentí su orgasmo, denso, caliente. Después acabe yo. La acompañe a la estación de tren, del otro lado, atravesando todo el campus. Hablamos un poco, relajados, bien. Nos besamos al despedirnos, pero ninguno de los dos sabia si se iba a repetir.
En San Martín, yendo para la casa de Chuck, me lo encuentro en la calle. Venia de lo de su novia:
-Tanito! Iba a casa, a llamarte para ver como estabas, para juntarnos a tomar algo
En la Pizzería “El Gallego” pedimos una grande de muzza y una cerveza
-Como andas, Tanito?
-Bien, hermanito, muy bien...
Y era cierto...

martes, 11 de septiembre de 2007

“Y ella entró como de ninguna parte hubo una mole de silencio en el bar y al tipo el mundo le importó tres cuernos, con la botella al hombro se invito a sentar en el próximo bar...” Los Caballeros de la Quema, “Luces de Bar”

Y bueno, aquí estaba otra vez, un lunes cualquiera en la mañana, con la resaca correspondiente a una nueva ruptura: Maria, una de las múltiples hermanas de Peque, quizás la única mujer que me hubiese acompañado en mi reciente, y no muy definido aun, proyecto de irme lo mas lejos posible de mi puta y querida Buenos Aires, acepto el golpe, me beso y se fue, no sin darme antes una despedida acorde en el telo que esta cerca de la Terminal de Ómnibus de Lujan. Una tigresa.... Creo que vamos a vernos de nuevo, alguna otra vez, para despedirnos si es que me voy o para revolcarnos si es que me quedo...
En fin, el tema es que estaba en mi oficina pensando en todo esto, cuando suena el teléfono: Didi, la hermana del Cejas, y esto merece un párrafo aparte:
Didi, Ro y Ely eran tres amigas, compañeras del secundario, que andaban juntas para todos lados como gemelos siameses unidos por la cadera cuando éramos crios. El garca de Anibal (un tipo que alguna vez considere un hermano) había salido con ellas en distintas oportunidades, primero con Ro que estaba muy buena y después con Didi que estaba loca. Ambas historias habían acabado mal y conociéndolo al tipo no me sorprende. Todos nos habíamos querido meter en los calzones de Ely, en un momento u otro, sobre todo Chuck, pero se le había escapado, y los demás nunca tuvimos oportunidad. Particularmente, creo que yo les caía bastante mal a las tres. Pero el tiempo paso, cada vez nos vimos menos entre nosotros y ellas entre si, y de golpe, las tres quedan solteras al mismo tiempo y tienen un ataque de adolescencia (Didi. Ro y Ely estaban al pedo y aburridas así que la seguían). De caerles mal pase a ser un referente para su adolescencia perdida e inexistente y se nos pegaron como lapas. Mi inmerecida fama de bohemio, de rebelde, de soltero empedernido, de mujeriego impenitente y de seductor Bukowskiano (Esto es: Feo como dolor de muelas pero con “chamuyo bonaerense” cien por ciento efectivo) las intrigaba una barbaridad. Ahora volvamos al motivo de su llamado...
Había una fiesta organizada por los chicos de los Centros de Estudiantes de la Facultad de Veterinaria y la Facultad de Agronomía en conjunto, era en el galpón de Av. San Martín. Yo no se si se habían enterado por el Cejas o por mi (ninguna de las dos fuentes me parece muy viable. Más probablemente lo haya escuchado en la radio, aunque yo ando medio disperso últimamente). El tema es que quería saber si íbamos a ir y, si era así, si podían ellas venir con nosotros. Por supuesto que yo, por mi trabajo y también por ser amigote y compañero de muchos de los chicos del Centro de Estudiantes de la Facultad de Veterinaria tenia que ir, y si las rayadas estas querían venir, por mi muy bien y, de paso, estrenemos el auto nuevo de Ro que yo, como siempre, ando a pata. Así quedamos, para el sábado.
Melisa entro a traerme el café que siempre me traía a media tarde y la mire: Esta muy buena, juega siempre a la seductora pero te recuerda a cada rato que esta de novia hace cinco años con el mismo tipo, su primer novio: Afortunado, el muy hijo de puta. Vi que me miraba de reojo así que entre en el juego de todos lo días y le pedí que me alcanzara no se que expediente. Ella, como todas las tardes, se inclino en el archivero dándome un hermoso primer plano de sus caderas y mirándome por sobre su hombro para ver mi reacción: Tenia unos shorts mínimos, muy ajustados, inexistentes. Por un momento pensé en levantarme y apoyarla, estoy seguro de que se va a frotar, pero da para quilombo y este trabajo es una mierda pero es lo único estable, el ultimo cable a tierra que me queda para no desquiciarme del todo. Suspire, me quede en el molde y le agradecí el expediente y el café. Necesito estar solo y pensar un poco, aclarar las ideas. Tuve un día complicado, el Secretario y los de la Comisión no dejaron de romperme la bolas hasta ultima hora. Me estaba yendo y sonó el teléfono: Janis. No sabía si ponerme a reír o a llorar, si cortarle o darle cabida...
Le di cabida, por supuesto, es como si ella tuviese un imán para darse cuenta cuando estoy solo y mal. Hablamos un rato y quedamos en vernos: No me lo dijo, pero ella tampoco estaba bien. Nos encontramos en “Nastase”, el barcito de Av. San Martín.
Llegue temprano. No, no llegue temprano, llegue a horario y creo que mi adicción al alcohol es culpa de la impuntualidad de las mujeres: En media hora o cuarenta y cinco minutos que ellas tardan en llegar yo me vuelco dos cervezas y voy por la mitad de la tercera. Para cuando llego, con su presencia arrolladora, con esa nube de personalidad que la rodea que hace que todo el bar deje de comer maníes y se quede con el pucho o el vaso a mitad de camino hacia la boca, yo ya estaba medio “embebido”. Me dio un pico, como siempre, ante la envidia de los parroquianos que siempre me veían con una distinta y debían pensar ”como hará este feo hijo de puta?”...
Como de costumbre, mi dulce Janis respiraba autosuficiencia, pero a mi no me engañaba: Estaba mal. No se si triste, hastiada, cansada o insatisfecha. Creo que sigue cogiendo con el flaco este del norte o con el hermano, o con ambos y, aunque fue muy discreta al respecto, me di cuenta que un mal rollo había tenido durante el fin de semana. Yo tampoco estaba muy bien. Vuelteo un poco, pero después de unos besos nos fuimos a el telo de la calle Empedrado (a estas alturas creo que yo solo debo haber pagado las cocheras nuevas y la remodelación del primer piso de ese hotel). No soy un tipo de los que se dice sexualmente potente: En lo que dura un turno de hotel dos o tres a lo mas, pero con Janis...
Me destrozo, como siempre, me dejo molido como si me hubiese pasado un tractor por encima... Cuando echamos el cuarto y nos derrumbamos en la alfombra abrazados, cansados y transpirados, le limpie el pegote de la cara y no tuve mejor idea que tartamudear algo acerca de estar juntos, de probar de nuevo...
Hubiese preferido que se ría a carcajadas, que me dijera que no, que me mandase a la mierda, que me dijera: “Estas en pedo”, cualquier cosa antes que la tierna sonrisa y el casto beso que me dio... Siempre me hacia eso y era cuando yo sentía que estaba cometiendo un incesto, que me estaba cogiendo a mi hermana. Nos peleamos, discutimos mal, nos dijimos cosas muy feas y nos fuimos re calientes, cada uno por su lado... En fin, no aprendo más... Y lo peor es que cuando me vuelva a llamar, voy a volver a ir... Y si no me llama, se que voy a terminar llamándola yo...
Al otro día, estaba en la oficina, resacoso, con el cuerpo hecho pelota y con un humor de mierda que no me aguantaba ni yo. Melisa se dio cuenta y casi no entraba en mi oficina, pero con voz medio fastidiosa me pasa un llamado por la línea externa: Didi de nuevo (en mis veintiséis años no me había llamado nunca por teléfono y ya van dos veces en dos días). No se como pero termino con ella y con Ely en un bar de Villa Devoto. Increíble: Yo decía cualquier boludez, pero cualquier boludez en serio y ellas fascinadas… No me doy cuenta cual de las dos es la que esta caliente conmigo porque en eso, son muy compinches, pero por suerte llaman a Didi al celular y se tiene que ir. Mi humor ya había cambiado bastante después de dos Quilmes de litro y de reírme para adentro de las dos y mejoro bastante más cuando me quede solo con Ely. Veinticuatro años, es petisa, no pasará del metro cincuenta y cinco (me llega apenas a la base del esternón... Y eso con tacos!!!), pero es MUY linda: Rubia, pelo ondulado corto, facciones muy finas, muy buen cuerpo, abundante en los lugares precisos y magro donde tiene que serlo. Para sorpresa mía no es ninguna hueca, al contrario, es bastante inteligente, al margen de cultura general y capacidad intelectual se esta por recibir de contadora… Yo sabia que era hija de padres separados (madre católica, padre judío... Pensé en Flor y en Laura con un escalofrío, pero ella parece mas allá de esas cuestiones). Muy fiel en su vida amorosa, tuvo solo cuatro novios y algún que otro enrosque, “cagamos” pensé… En eso le suena el celular: Didi, “que si todavía estábamos en el bar, que perdón, que no se dio cuenta, que se fue sin pagar su parte, que le digamos cuanto es…”. Me sonó a celitos, “así que es ella, nomás?”. Mala suerte. De todos modos le tiro un par de palos a Ely y ella los recibe pero ni los acepta ni los rechaza. Sonríe mucho y tiene una sonrisa de lo mas cautivadora. No se por que, pero estoy medio como cohibido y no quiero tirarme a la pileta, me pongo cauto. Insólito en mi: Cuando la salude, ella me abrazo mas de la cuenta pero no me anime a ir por la boca. Me acosté pensando en ella... Pero cuando al fin me pude dormir, soñé con Janis...