"Si Dios viviera en la Tierra los hombres arrojarían piedras a sus ventanas." Proverbio Judío
No podía dormir... Así empezó todo: Pasaba las horas en mi cama, a oscuras, y no podía dormir. Cuando pasas varios días en duermevela todo se desdibuja, todo adquiere un valor distinto, los relojes se vuelven endemoniadamente lentos y tenes una percepción distinta de las cosas. Los cuervos del sueño revolotean alrededor y tratas de espantarlos, de esconderlos bajo la cama, pero no sirve.
Trate todos los medios imaginables: Me aprendí de memoria mi extensa biblioteca y fue peor, porque pasaba la noche rumiando algún pensamiento ajeno para no perderme en los míos y era lo mismo y ocupaba extensas superficies de neuronas con datos totalmente al pedo. Probé desde el vaso de leche tibia hasta aturdir mis sentidos con alcohol y, después, con una infusión de Passiflora caerulea que una vieja curandera correntina me había dado como remedio infalible contra el insomnio y también fue peor porque no era exactamente dormir, era un estado de semi-inconsciencia, con sueños andrajosos como murciélagos que se agitaban en cada intento de perderme en el sueño y me despertaban, y así transcurría cada noche, hasta la madrugada en que caía en un estado de no-sueño que hacia que no escuchara el despertador y llegara inevitablemente tarde a uno de mis trabajos, en la Facultad de Veterinaria...
Ya dije que el tiempo tenia otro valor? Que los relojes giraban mas lentos? Es increíble como en un viaje de cuarenta y cinco minutos (Ballester-Agronomía) uno puede ver desfilar su vida en sus aspectos mas negros y negativos... Quizás sea conveniente en este punto dar una breve descripción de mi persona orientado hacia quien me lee y no tuvo la desgracia de conocerme personalmente: Soy un desastre. Si, lo soy, y no precisamente porque yo lo haya querido o por rebeldía, así me salió. No tengo familia inmediata y estoy estúpidamente enamorado de una estúpida; La Maga, mi novena novia y mi décimo octava “relación” con el sexo opuesto, que desembarco en mi vida hace un año y medio, cuando yo comenzaba a padecer la mayoría de edad, decidida a complicarme la existencia y hacerla lo mas miserable posible contando para ello con la eficaz ayuda de sus progenitores y los de otras personas cercanas a mi. También cabe destacar que el hecho de ser huérfano no debiera ser importante a la tardía edad de veintidós años pero cuando los padres (especialmente: Las Madres) de todo tu entorno se dedicaron durante tu adolescencia a deducir que por no gozar de progenitores con vida tenes que ser, necesariamente, drogadicto, alcohólico, mujeriego, ladrón, timbero, vividor, obseso o, cuando menos, homosexual; comenzas a pensar que algo malo tiene que haber en vos, que no tenes a tu lado nada tan excelso como ellos para maleducarte ni destrozarte la autoestima y, de paso, les sirve a ellos de patético ejemplo de que “nosotros no tenemos esos problemas”, “eso pasa cuando no hay un adulto responsable que los guíe, pobres criaturas” y no nos olvidemos de lo practico que resultas para echar culpas cuando su hijo vuelve fumado y completamente borracho de madrugada y convierte la habitación y el baño en un espanto de vómitos y comidas a medio digerir merced a la mezcla etílica-cannabiodea. Es inútil explicar que su hijo y yo no estuvimos juntos esa noche, que salió con otra gente, que yo (en esa época) no conocía ni el olor de la marihuana y que mis escarceos con el alcohol no habían pasado de una lata o dos (225 cc por lata, contenido neto) de ANCTARTICA, una muy mala cerveza brasileña, en la escalinata de una pinturería de Ruta 8 los sábados a la noche, era en vano: Siempre era mi culpa, mas si su hijo tenia una hermana que alguna vez había sido medio novia mía y que, justamente por esos motivos había dejado de serlo.
Que hacer si pensar no te deja dormir? Terminas en un bar. No por el alcohol sino por la fauna, un paisaje urbano mas digno de un zoológico que de una ciudad, pero que tenia una abundante cuota de interés para quien quiere pensar de si mismo como un estudioso de la naturaleza humana en general y de la naturaleza femenina en particular.
Quien creen que se puede encontrar en un bar a las tres de mañana de un martes? Gente muy marginal: Dos “chicos de la calle” de no mas de seis o siete años durmiendo en la vereda, apretaditos por el frío, debajo de un cartón, frente al “blindex”, colectiveros, feriantes, panaderos, taxistas, buscas, cirujas, borrachos, punteros, fiolos, putas que besan con la pasión de un hermano, ladrones con corazones de héroes... Y estoy yo... Yo que no puedo dormir, que estoy mas solo que loco malo, que escribo lo que veo en una servilleta roñosa. Pero no cualquier bar... O si, cualquiera: Bar-Tolo, Bar Gloria, Puerto Arzeno, Prielo, El Urbión, Popeye, La Casa de Mi Abuela, Planeta Pirata, El Gallego, La Farola, El Oriente, Nastase, Hendrix Bar, Viejo Lobo, Mama Rock, El Argentino, Café del Tiempo, La Santa Maria, El Escandinavo, Graff Zeppelín, Pizza Boy (en sus tres locales) y otros cien o ciento cincuenta tugurios
La Maga y yo nos habíamos peleado de nuevo gracias a la estúpida imposición de horarios absurdos de sus padres y a la inesperada intervención de la Urraca, que después de un tiempo largo de dejarme en paz volvió al ataque diciéndole un montón de estupideces y mentiras a la madre de la Maga a quien apenas conocía (creo que era la segunda vez que se veían en sus vidas). Trate de explicarle a la Maga que no, que eran mentiras, que esa mujer sentía un odio viejo por mi, de la época que salía con su hija, pero no me creyó y nos peleamos. Últimamente era moneda corriente. Nos peleábamos, estábamos unos días sin vernos y a la semana o semana y media volvíamos a estar juntos, pero esta vez fue distinto: El calibre de la discusión fue alto y nos dijimos cosas horribles, esta vez parecía no tener arreglo.
No fui a clases y me senté en el “bar del pianito” (Bar Gloria) a unas pocas cuadras, a mitad de camino entre la escuela nocturna y la casa de la Maga. No entendía. Hice un listado de sus razones y de las mías y seguía sin entender: Tenia dos trabajos, estudiaba, hasta había accedido (a regañadientes) a cortarme el largo pelo lacio que, cuando empecé a salir con la Maga, me llegaba hasta la cintura. Todo para encajar en el modelo de mierda que tenían para novio de su hija.
Me volqué una cerveza de litro y estaba por pedir otra cuando llegaron Meche y Edith, dos compañeras de la nocturna con las que nos juntábamos a veces a estudiar en ese bar, después de clases y hasta que Meche tomara la guardia de medianoche como enfermera, enfrente, en el Hospital Castex. Me saludaron y se sentaron conmigo, desplegaron sus apuntes y empezaron a preguntarme que opinaba de Pichon Riviere, Piaget y otras boludeces de Psicología Social, una de las materias mas enfermas que teníamos en el Curso Humanístico. Pidieron un café y yo, otra Quilmes de litro, y entonces lo supieron.
Para cuando pedí la tercera juntaron sus papeles y fotocopias, me besaron y, sin decir una palabra, me dejaron solo.
Un rato después estaba sentado mirando fijamente mi vaso vacío tratando de decidir si pedir otra o irme a dormir, cuando Meche entro, surgida de la nada, se sentó al lado sonriendo y apoyo su mejilla sobre mi hombro. Pedí otra y nos quedamos así, en silencio, tomando vaso tras vaso de esa botella y la siguiente. De vez en cuando, yo pasaba el dorso de mi mano por su mejilla y ella ronroneaba, se apretaba mas contra mi hombro y seguíamos tomando.
En la calle nos besamos. Ella se separo despacito y me acaricio los labios
-Esta noche no- dijo, y se fue.
Fui a casa a intentar dormir y, por supuesto, no pude: Meche es hermosísima, de piel morena, cálida, curvas generosas, un cuerpo muy parecido al de la Maga solo que con pechos mas plenos y cintura mas definida. Tenia el pelo negro muy largo, lacio. De todas formas creo que lo que mas me atraía de ella es que era justo al reves que la Maga: veintitrés años, vivía sola, independiente, inteligente, segura de si misma. Sexualmente dispuesta y convencida de su belleza (aunque esto lo supe después).
Nos seguimos viendo en la escuela, escapándonos de clases, en el bar, en algún hotel y, finalmente, en su casa. Aprendí mucho con ella y fue, de entre mis mujeres, una de las pocas que me acepto como soy, sin fijarse en conveniencias familiares, sociales o económicas, sin que le importe una mierda lo que la gente pudiera pensar, sin exigir compromisos o cambios imposibles a cambio de unas migajas de cariño.
Durantes dos meses y medio, ella y yo cogimos alegremente, anduvimos juntos recorriendo caminos, disfrutando, aprendiendo uno del otro y entonces, volvió la Maga...
“Que te extraño. Que te amo, pero ahora no. Que no te creo y que mi mama dice...”
Yo no me había dado cuenta hasta que punto quería a esta tarada, ni de cuanta era mi necesidad de estar a su lado, de cuidarla, protegerla...
Pero la mentira, no. No era verdad lo que la Urraca le había dicho a su madre y, esta vez, no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Fui a la casa de Chuck sabiendo que el no iba a estar, que a esa hora estaba en la facu. Me senté con ella y le hice frente, no se de donde saque el coraje pero le hice frente... Ella dijo que había sido un desgraciado malentendido, que la madre de la Maga había proyectado según sus conveniencias, que había entendido todo mal. La mire a los ojos y a cara de perro le pregunte si estaba dispuesta a repetir esas mismas palabras frente a la Maga. Vuelteo un poco pero fui implacable, no le deje salida y quedamos para el otro día a la tarde; y me fui a la escuela a encontrarme con Meche...
Al otro día, después de la oficina, me encontré con la Maga y rumbeamos para la casa de Chuck. La Urraca nos recibió, nos hizo sentar y empezó a hablar... Pero no decía lo que me había dicho a mi, no decía la verdad: Brincaba alrededor de ella y distraía el Quid de la cuestión relatando la historia de un pato (¿?) que su padre había matado cuando ella era chica. Presione un poco y se puso a llorar, me agarro la mano y me la apretó, pero tampoco repitió lo que me había dicho a mi y no tuve corazón para presionar mas. Nos fuimos. La Maga no estaba en absoluto convencida con la historia del pato y los cuchillos, pero creo que queria dejarse convencer... Antes de la esquina ya nos estábamos besando...
Se lo conté a Meche sintiéndome un pedacito de mierda. Yo sabia que sus cosas no andaban bien, que tenia problemas en el trabajo y que no le renovaban el contrato de alquiler. Se le empañaron los ojos, esos ojazos negros, y sonrió. Me empujo despacio por todo el living hasta un rincón sobre unos almohadones. Nos abrazamos fuerte y cogimos ahí, en el suelo, en medio de la habitación, del dolor y la desesperación... En medio de la frustración y la tristeza, sintiéndonos terriblemente desgraciados, cogimos hasta que no pudimos mas y nos abrazamos llorando. Después, a la madrugada, ella me pidió que me fuera...
Meche no volvió a la escuela y se mudo. La busque en su casa, en su trabajo y en el bar. Viaje hasta un pueblito ignoto, perdido en la inmensa geografia de la provincia de Buenos Aires donde sabia que tenia familia... Nunca la volví a ver ni a saber de ella...
No podía dormir... Así empezó todo: Pasaba las horas en mi cama, a oscuras, y no podía dormir. Cuando pasas varios días en duermevela todo se desdibuja, todo adquiere un valor distinto, los relojes se vuelven endemoniadamente lentos y tenes una percepción distinta de las cosas. Los cuervos del sueño revolotean alrededor y tratas de espantarlos, de esconderlos bajo la cama, pero no sirve.
Trate todos los medios imaginables: Me aprendí de memoria mi extensa biblioteca y fue peor, porque pasaba la noche rumiando algún pensamiento ajeno para no perderme en los míos y era lo mismo y ocupaba extensas superficies de neuronas con datos totalmente al pedo. Probé desde el vaso de leche tibia hasta aturdir mis sentidos con alcohol y, después, con una infusión de Passiflora caerulea que una vieja curandera correntina me había dado como remedio infalible contra el insomnio y también fue peor porque no era exactamente dormir, era un estado de semi-inconsciencia, con sueños andrajosos como murciélagos que se agitaban en cada intento de perderme en el sueño y me despertaban, y así transcurría cada noche, hasta la madrugada en que caía en un estado de no-sueño que hacia que no escuchara el despertador y llegara inevitablemente tarde a uno de mis trabajos, en la Facultad de Veterinaria...
Ya dije que el tiempo tenia otro valor? Que los relojes giraban mas lentos? Es increíble como en un viaje de cuarenta y cinco minutos (Ballester-Agronomía) uno puede ver desfilar su vida en sus aspectos mas negros y negativos... Quizás sea conveniente en este punto dar una breve descripción de mi persona orientado hacia quien me lee y no tuvo la desgracia de conocerme personalmente: Soy un desastre. Si, lo soy, y no precisamente porque yo lo haya querido o por rebeldía, así me salió. No tengo familia inmediata y estoy estúpidamente enamorado de una estúpida; La Maga, mi novena novia y mi décimo octava “relación” con el sexo opuesto, que desembarco en mi vida hace un año y medio, cuando yo comenzaba a padecer la mayoría de edad, decidida a complicarme la existencia y hacerla lo mas miserable posible contando para ello con la eficaz ayuda de sus progenitores y los de otras personas cercanas a mi. También cabe destacar que el hecho de ser huérfano no debiera ser importante a la tardía edad de veintidós años pero cuando los padres (especialmente: Las Madres) de todo tu entorno se dedicaron durante tu adolescencia a deducir que por no gozar de progenitores con vida tenes que ser, necesariamente, drogadicto, alcohólico, mujeriego, ladrón, timbero, vividor, obseso o, cuando menos, homosexual; comenzas a pensar que algo malo tiene que haber en vos, que no tenes a tu lado nada tan excelso como ellos para maleducarte ni destrozarte la autoestima y, de paso, les sirve a ellos de patético ejemplo de que “nosotros no tenemos esos problemas”, “eso pasa cuando no hay un adulto responsable que los guíe, pobres criaturas” y no nos olvidemos de lo practico que resultas para echar culpas cuando su hijo vuelve fumado y completamente borracho de madrugada y convierte la habitación y el baño en un espanto de vómitos y comidas a medio digerir merced a la mezcla etílica-cannabiodea. Es inútil explicar que su hijo y yo no estuvimos juntos esa noche, que salió con otra gente, que yo (en esa época) no conocía ni el olor de la marihuana y que mis escarceos con el alcohol no habían pasado de una lata o dos (225 cc por lata, contenido neto) de ANCTARTICA, una muy mala cerveza brasileña, en la escalinata de una pinturería de Ruta 8 los sábados a la noche, era en vano: Siempre era mi culpa, mas si su hijo tenia una hermana que alguna vez había sido medio novia mía y que, justamente por esos motivos había dejado de serlo.
Que hacer si pensar no te deja dormir? Terminas en un bar. No por el alcohol sino por la fauna, un paisaje urbano mas digno de un zoológico que de una ciudad, pero que tenia una abundante cuota de interés para quien quiere pensar de si mismo como un estudioso de la naturaleza humana en general y de la naturaleza femenina en particular.
Quien creen que se puede encontrar en un bar a las tres de mañana de un martes? Gente muy marginal: Dos “chicos de la calle” de no mas de seis o siete años durmiendo en la vereda, apretaditos por el frío, debajo de un cartón, frente al “blindex”, colectiveros, feriantes, panaderos, taxistas, buscas, cirujas, borrachos, punteros, fiolos, putas que besan con la pasión de un hermano, ladrones con corazones de héroes... Y estoy yo... Yo que no puedo dormir, que estoy mas solo que loco malo, que escribo lo que veo en una servilleta roñosa. Pero no cualquier bar... O si, cualquiera: Bar-Tolo, Bar Gloria, Puerto Arzeno, Prielo, El Urbión, Popeye, La Casa de Mi Abuela, Planeta Pirata, El Gallego, La Farola, El Oriente, Nastase, Hendrix Bar, Viejo Lobo, Mama Rock, El Argentino, Café del Tiempo, La Santa Maria, El Escandinavo, Graff Zeppelín, Pizza Boy (en sus tres locales) y otros cien o ciento cincuenta tugurios
La Maga y yo nos habíamos peleado de nuevo gracias a la estúpida imposición de horarios absurdos de sus padres y a la inesperada intervención de la Urraca, que después de un tiempo largo de dejarme en paz volvió al ataque diciéndole un montón de estupideces y mentiras a la madre de la Maga a quien apenas conocía (creo que era la segunda vez que se veían en sus vidas). Trate de explicarle a la Maga que no, que eran mentiras, que esa mujer sentía un odio viejo por mi, de la época que salía con su hija, pero no me creyó y nos peleamos. Últimamente era moneda corriente. Nos peleábamos, estábamos unos días sin vernos y a la semana o semana y media volvíamos a estar juntos, pero esta vez fue distinto: El calibre de la discusión fue alto y nos dijimos cosas horribles, esta vez parecía no tener arreglo.
No fui a clases y me senté en el “bar del pianito” (Bar Gloria) a unas pocas cuadras, a mitad de camino entre la escuela nocturna y la casa de la Maga. No entendía. Hice un listado de sus razones y de las mías y seguía sin entender: Tenia dos trabajos, estudiaba, hasta había accedido (a regañadientes) a cortarme el largo pelo lacio que, cuando empecé a salir con la Maga, me llegaba hasta la cintura. Todo para encajar en el modelo de mierda que tenían para novio de su hija.
Me volqué una cerveza de litro y estaba por pedir otra cuando llegaron Meche y Edith, dos compañeras de la nocturna con las que nos juntábamos a veces a estudiar en ese bar, después de clases y hasta que Meche tomara la guardia de medianoche como enfermera, enfrente, en el Hospital Castex. Me saludaron y se sentaron conmigo, desplegaron sus apuntes y empezaron a preguntarme que opinaba de Pichon Riviere, Piaget y otras boludeces de Psicología Social, una de las materias mas enfermas que teníamos en el Curso Humanístico. Pidieron un café y yo, otra Quilmes de litro, y entonces lo supieron.
Para cuando pedí la tercera juntaron sus papeles y fotocopias, me besaron y, sin decir una palabra, me dejaron solo.
Un rato después estaba sentado mirando fijamente mi vaso vacío tratando de decidir si pedir otra o irme a dormir, cuando Meche entro, surgida de la nada, se sentó al lado sonriendo y apoyo su mejilla sobre mi hombro. Pedí otra y nos quedamos así, en silencio, tomando vaso tras vaso de esa botella y la siguiente. De vez en cuando, yo pasaba el dorso de mi mano por su mejilla y ella ronroneaba, se apretaba mas contra mi hombro y seguíamos tomando.
En la calle nos besamos. Ella se separo despacito y me acaricio los labios
-Esta noche no- dijo, y se fue.
Fui a casa a intentar dormir y, por supuesto, no pude: Meche es hermosísima, de piel morena, cálida, curvas generosas, un cuerpo muy parecido al de la Maga solo que con pechos mas plenos y cintura mas definida. Tenia el pelo negro muy largo, lacio. De todas formas creo que lo que mas me atraía de ella es que era justo al reves que la Maga: veintitrés años, vivía sola, independiente, inteligente, segura de si misma. Sexualmente dispuesta y convencida de su belleza (aunque esto lo supe después).
Nos seguimos viendo en la escuela, escapándonos de clases, en el bar, en algún hotel y, finalmente, en su casa. Aprendí mucho con ella y fue, de entre mis mujeres, una de las pocas que me acepto como soy, sin fijarse en conveniencias familiares, sociales o económicas, sin que le importe una mierda lo que la gente pudiera pensar, sin exigir compromisos o cambios imposibles a cambio de unas migajas de cariño.
Durantes dos meses y medio, ella y yo cogimos alegremente, anduvimos juntos recorriendo caminos, disfrutando, aprendiendo uno del otro y entonces, volvió la Maga...
“Que te extraño. Que te amo, pero ahora no. Que no te creo y que mi mama dice...”
Yo no me había dado cuenta hasta que punto quería a esta tarada, ni de cuanta era mi necesidad de estar a su lado, de cuidarla, protegerla...
Pero la mentira, no. No era verdad lo que la Urraca le había dicho a su madre y, esta vez, no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Fui a la casa de Chuck sabiendo que el no iba a estar, que a esa hora estaba en la facu. Me senté con ella y le hice frente, no se de donde saque el coraje pero le hice frente... Ella dijo que había sido un desgraciado malentendido, que la madre de la Maga había proyectado según sus conveniencias, que había entendido todo mal. La mire a los ojos y a cara de perro le pregunte si estaba dispuesta a repetir esas mismas palabras frente a la Maga. Vuelteo un poco pero fui implacable, no le deje salida y quedamos para el otro día a la tarde; y me fui a la escuela a encontrarme con Meche...
Al otro día, después de la oficina, me encontré con la Maga y rumbeamos para la casa de Chuck. La Urraca nos recibió, nos hizo sentar y empezó a hablar... Pero no decía lo que me había dicho a mi, no decía la verdad: Brincaba alrededor de ella y distraía el Quid de la cuestión relatando la historia de un pato (¿?) que su padre había matado cuando ella era chica. Presione un poco y se puso a llorar, me agarro la mano y me la apretó, pero tampoco repitió lo que me había dicho a mi y no tuve corazón para presionar mas. Nos fuimos. La Maga no estaba en absoluto convencida con la historia del pato y los cuchillos, pero creo que queria dejarse convencer... Antes de la esquina ya nos estábamos besando...
Se lo conté a Meche sintiéndome un pedacito de mierda. Yo sabia que sus cosas no andaban bien, que tenia problemas en el trabajo y que no le renovaban el contrato de alquiler. Se le empañaron los ojos, esos ojazos negros, y sonrió. Me empujo despacio por todo el living hasta un rincón sobre unos almohadones. Nos abrazamos fuerte y cogimos ahí, en el suelo, en medio de la habitación, del dolor y la desesperación... En medio de la frustración y la tristeza, sintiéndonos terriblemente desgraciados, cogimos hasta que no pudimos mas y nos abrazamos llorando. Después, a la madrugada, ella me pidió que me fuera...
Meche no volvió a la escuela y se mudo. La busque en su casa, en su trabajo y en el bar. Viaje hasta un pueblito ignoto, perdido en la inmensa geografia de la provincia de Buenos Aires donde sabia que tenia familia... Nunca la volví a ver ni a saber de ella...