“...y eso es todo lo que tengo que decir acerca de eso...” Forrest Gump
Ochenta y seis horas... Ochenta y seis horas y todavía no lograba dormir. Ni siquiera logre esta vez ese estado de duermevela, ese no-sueño que me permitía descansar un poco. Tenia el estomago hecho un lavarropas y la boca amarga de tabaco fuerte (había cambiado los L&M por Parissienes y, después, por Particulares 30), la cerveza se había convertido en una gaseosa cualquiera y le empecé a pegar duro al vino y a la ginebra. Casi no comía y lo poco que lograba mandar al estomago lo vomitaba. No soportaba la luz y vivía de noche, con anteojos negros, hasta que empecé a parecerme a una mala copia de Bela Lugosi. Lo peor del caso es que era completamente conciente que actuando de este modo les daba la razón a ellas, a las Urracas, pero sinceramente: Me importaba una mierda.
Necesitaba a Janis... Y estaba empezando a odiarla... La odiaba por necesitarla, la odiaba por volver y la odiaba cuando volvía a irse... Es al pedo: Los seres humanos amamos y nos enamoramos justo de aquello que no podemos tener y es cierto lo que dicen sobre el amor y el odio, la línea que los divide es demasiado tenue y yo comenzaba a darme cuenta de que no había modo, que nunca iba a ser aceptado, no importaba lo mucho que hiciera o dejara de hacer. Estaba bien que recibiera unas pocas migajas de felicidad, pero no demasiada: No podía irme bien, por lo menos no mejor que a ellos o a sus hijos, no podía quedarme con la mina mas linda: Eso ya era intolerable, por lo que volvieron a la carga con renovados bríos...
Pero... Es que no me van a dejar en paz? Yo se (como ellas también saben) que sus intenciones no son buenas, que no es cierto que actúan en interés de sus cachorros, las muy perras. Solo que resulto útil, practico para echar culpas por frustraciones y fracasos que no son míos, que son suyos, pero no pueden ni quieren enfrentar. Lo que mas me asusta del tema (porque yo también siento miedo, a veces, pocas veces, pero me pasa) es que me suena a sanata, a simple y mortal aburrimiento de ama de casa frustrada e insatisfecha, a crisis menopausica y cincuentona... Yo no tengo la culpa de que se me pare el pito, es una función biológica que tiene que ver con el fluir de la sangre desde el corazón hacia otros músculos bastante mas interesantes y tampoco tengo la culpa que esa hemodinámica me salga bien a mi (con o sin la participación de sus hijas) y no tanto a sus maridos.
Todo hubiese sido tolerable si Janis se hubiese quedado conmigo, pero cuando ella se fue, la cabeza me hizo un click y llegue a la conclusión, al horrible conocimiento de que las mujeres me hacían mal. No, no las mujeres: Las relaciones con ellas y su entorno, y tome la triste determinación de no relacionarme nunca mas con ninguna y hacerlo con todas al mismo tiempo... No iba a volver a exponerme de ese modo y decidí que el amor estaba sobrevaluado, que resultaba dañino para un tipo como yo que estaba a medias domesticado, aunque me rompiese el culo para estar a la altura del resto... Era al pedo: Nunca iba a estarlo... Urracas de mierda...
Ochenta y seis horas... Ochenta y seis horas y todavía no lograba dormir. Ni siquiera logre esta vez ese estado de duermevela, ese no-sueño que me permitía descansar un poco. Tenia el estomago hecho un lavarropas y la boca amarga de tabaco fuerte (había cambiado los L&M por Parissienes y, después, por Particulares 30), la cerveza se había convertido en una gaseosa cualquiera y le empecé a pegar duro al vino y a la ginebra. Casi no comía y lo poco que lograba mandar al estomago lo vomitaba. No soportaba la luz y vivía de noche, con anteojos negros, hasta que empecé a parecerme a una mala copia de Bela Lugosi. Lo peor del caso es que era completamente conciente que actuando de este modo les daba la razón a ellas, a las Urracas, pero sinceramente: Me importaba una mierda.
Necesitaba a Janis... Y estaba empezando a odiarla... La odiaba por necesitarla, la odiaba por volver y la odiaba cuando volvía a irse... Es al pedo: Los seres humanos amamos y nos enamoramos justo de aquello que no podemos tener y es cierto lo que dicen sobre el amor y el odio, la línea que los divide es demasiado tenue y yo comenzaba a darme cuenta de que no había modo, que nunca iba a ser aceptado, no importaba lo mucho que hiciera o dejara de hacer. Estaba bien que recibiera unas pocas migajas de felicidad, pero no demasiada: No podía irme bien, por lo menos no mejor que a ellos o a sus hijos, no podía quedarme con la mina mas linda: Eso ya era intolerable, por lo que volvieron a la carga con renovados bríos...
Pero... Es que no me van a dejar en paz? Yo se (como ellas también saben) que sus intenciones no son buenas, que no es cierto que actúan en interés de sus cachorros, las muy perras. Solo que resulto útil, practico para echar culpas por frustraciones y fracasos que no son míos, que son suyos, pero no pueden ni quieren enfrentar. Lo que mas me asusta del tema (porque yo también siento miedo, a veces, pocas veces, pero me pasa) es que me suena a sanata, a simple y mortal aburrimiento de ama de casa frustrada e insatisfecha, a crisis menopausica y cincuentona... Yo no tengo la culpa de que se me pare el pito, es una función biológica que tiene que ver con el fluir de la sangre desde el corazón hacia otros músculos bastante mas interesantes y tampoco tengo la culpa que esa hemodinámica me salga bien a mi (con o sin la participación de sus hijas) y no tanto a sus maridos.
Todo hubiese sido tolerable si Janis se hubiese quedado conmigo, pero cuando ella se fue, la cabeza me hizo un click y llegue a la conclusión, al horrible conocimiento de que las mujeres me hacían mal. No, no las mujeres: Las relaciones con ellas y su entorno, y tome la triste determinación de no relacionarme nunca mas con ninguna y hacerlo con todas al mismo tiempo... No iba a volver a exponerme de ese modo y decidí que el amor estaba sobrevaluado, que resultaba dañino para un tipo como yo que estaba a medias domesticado, aunque me rompiese el culo para estar a la altura del resto... Era al pedo: Nunca iba a estarlo... Urracas de mierda...